Una cincuentena de inmigrantes consiguieron este miércoles franquear la valla fronteriza que separa el enclave español de Melilla de Marruecos, elevando a 156 los llegados clandestinamente a la ciudad en menos de 24 horas, informó la delegación del gobierno.

Desde la noche del martes “más de 800 inmigrantes, divididos en varios grupos, perfectamente organizados, han estado intentando alcanzar la valla fronteriza que separa Marruecos de Melilla”, escribió la delegación del gobierno español en un comunicado definiendo “una intensa noche de extrema presión migratoria”.

A primera hora de la mañana, “54 subsaharianos han logrado superar todo el dispositivo” desplegado por las fuerzas de seguridad marroquíes y españolas para evitar su entrada a la ciudad, protegida además por una triple valla con una tupida malla para dificultar su escalada.

El martes, otros 102 inmigrantes subsaharianos lograron entrar en España saltando la valla de este enclave español, la única frontera terrestre entre Europa y África junto a la otra ciudad española en el norte de Marruecos, Ceuta.

“No podemos admitir que los asaltos masivos y a la fuerza sean la constante en la frontera sur de Europa”, declaró el delegado del gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, citado en el comunicado.

“No es un modelo de inmigración al que debamos ni podamos resignarnos”, agregó.

Los conflictos en Siria, Irak, Sudán o Malí provocaron en los últimos meses un aumento de los intentos de penetrar en los enclaves españoles de Melilla y Ceuta, las únicas fronteras terrestres entre África y Europa.

El ministerio de Interior español censó el 16 de noviembre en casi 4.700 el número de inmigrantes que habían llegado clandestinamente a Melilla desde principios de año, cuando en todo 2013 fueron poco más de 3.000.

Algunos, como el martes y el miércoles, se lanzan en grupo para saltar la valla fronteriza mientras que otros, con documentación falsa, intentan mezclarse con los muchos marroquíes que cruzan a diario la frontera.

Según las autoridades, unos 30.000 marroquíes, comerciantes o porteadores, acuden a diario a Ceuta y Melilla, dos enclaves reclamados históricamente por Rabat.