El este insurgente de Ucrania registra una nueva escalada de la violencia al cumplirse un mes del alto el fuego entre el gobierno de Kiev y los separatistas prorrusos, a quienes Rusia sigue enviando refuerzos, según los occidentales.

Fuego de artillería volvió a golpear Donetsk este domingo. “No hay alto el fuego, ¿lo oye?”, pregunta Yekaterina Mananikova, de 31 años, mientras señala el aeropuerto, que un día fue un brillante escaparate para la mayor ciudad del este del país, y ahora es el escenario de tiroteos incesantes.

En el barrio de Gladkivka, a 5 kilómetros del centro de la ciudad, un cohete Uragan ha explotado en medio de una calle, hiriendo a por lo menos una persona e incendiando dos casas.

“La paz ya se ha declarado dos veces, cuántas veces deberán declararla para que sea efectiva”, lamenta Vitali Chura, de 29 años. “Creo que el ejército ucraniano intenta conservar el aeropuerto, pero los rebeldes atacan”.

Según Ucrania, 75 soldados y civiles han muerto desde que se acordó el alto el fuego el pasado 5 de septiembre.

Las autoridades de Kiev aseguran que no retirarán sus tropas mientras los rebeldes sigan disparando contra sus posiciones, incluido el aeropuerto.

Un comunicado reciente de los separatistas de Donetsk enumeraba los daños infligidos a la ciudad y concluía: “La tregua es peor que los combates”.

A pesar de la violencia, ambos bandos se niegan a declarar que la tregua no funciona. Rusos y ucranianos han creado incluso un grupo junto a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) para vigilar la frontera conjuntamente.

Varios analistas creen que el statu quo beneficia a todos. Según ellos, a Kiev le conviene mantener una paz aparente para centrarse en la campaña para las elecciones legislativas del 26 de octubre.

“La sociedad quiere ver el fin de la guerra [...] Los políticos tratan de responder a esa demanda y seguirán hablando de tregua aunque, de facto, no exista”, explica el analista político Taras Berezovets.

Para Rusia, golpeada por sanciones económicas, el alto el fuego es una muestra de buena voluntad.

Europa, por su parte, “no quiere ninguna acción agresiva contra Rusia debido a los importantes vínculos económicos bilaterales”, asegura Yuri Romanenko, otro analista político.

Kiev y los rebeldes prorrusos se han acusado mutuamente de la escalada de violencia de los últimos días. Un empleado suizo del Comité Internacional de la Cruz Roja murió el jueves, obligando a la organización a suspender sus operaciones en el este de Ucrania.

Los países occidentales, cada vez más preocupados por la situación, tratan de forzar a las dos partes a respetar el alto el fuego y, según medios alemanes, Berlín se ha mostrado dispuesta a mandar tropas para ayudar en esa labor.

“Se ha firmado la paz, pero las pistolas son el único poder que puede decidir aquí”, lamenta Olga, una habitante de Donetsk, de 42 años. “No notamos el alto el fuego”.