Con el título “Protección, producción y población” el informe Planeta Vivo 2014 de la organización gubernamental WWF publicado este martes dedicó un apartado especial al sur de Chile como “un modelo de conservación marina que integra ballenas azules, producción de salmones y equidad social”.

“Somos unos privilegiados por vivir en este entorno, en perfecta armonía con los ecosistemas marinos y nuestra visión indígena del mundo”, expresa de entrada Sandra Antipani, jefa de la comunidad de la isla de Chiloé.

La ecorregión marina chiloense, que incluye los fiordos y canales de Patagonia, en el sur de Chile, forma “un entorno único de excepcional importancia en el ámbito de la conservación”, destaca el informe de WWF.

“Además de albergar numerosas especies de mamíferos y pájaros marinos, corales de agua fría y pesquerías altamente productivas, constituyen una de las primeras áreas de alimentación del mayor animal que ha existido, la ballena azul, que (…) debe su supervivencia a la protección en zonas críticas como ésta”, detalla.

Esta ecorregión “procura innumerables servicios a su población humana”, alimentos, ingresos, un paisaje espléndido y una vida salvaje atractiva para el turismo, valores culturales y espirituales, especifica. Asegura asimismo una producción acuícola a gran escala a nivel mundial que “ha alcanzado un nivel peligroso”.

WWF explica que lleva más de diez años trabajando con las comunidades y autoridades locales en una estrategia de conservación integrada en esta ecorregión marina en estrecha colaboración con “comunidades locales e indígenas, gobierno, productores, sectores de la finanza y la distribución”.

Uno de los objetivos pretendidos por WWF es establecer una red de áreas marinas protegidas a lo largo del litoral y hasta alta mar, como el parque marino de Tic-Toc y otras dos que superan 120.000 hectáreas, aprobadas por el Gobierno.

La ONG destaca los esfuerzos consentidos en Chile y en todo el mundo para elabora, de aquí a 2020, la norma ASC (Aquaculture Stewarsship Coundil) para promover una salmonicultura responsable, que suprima los impactos medioambientales y sociales negativos de la cría del salmón.

Los industriales del salmón deben “respetar el ecosistema, las plantas y animales que viven en él”, advierte Antipani. “La idea de preservar los ecosistemas marinos y las ballenas azules es parte integrante de nuestra conciencia indígena”, concluye la responsable.