El Departamento de Extranjería de la PDI detuvo a una ciudadana colombiana, quien era requerida en su país por graves delitos, procediendo a su deportación durante la madrugada de este jueves.

Se trata de Fanny Grueso Bonilla, quien era una de las mujeres más buscadas de Colombia por una gran cantidad de delitos.

La mujer de alias La Chily, de 33 años, es propietaria de una vivienda en la Comuna Uno de Buenaventura en Colombia, en la que se realizaban crímenes como tortura y desmembramientos.

Así, era requerida por Interpol en 190 países por homicidio agravado, fabricación, tráfico y porte ilegal de armas, desaparición forzada y narcotráfico.

Según la subcomisaria de Extranjería de la PDI, Sandra Liberoana, Grueso Bonilla era líder de dos bandas criminales en su país y no cometió delitos en Chile.

No obstante, era buscada en nuestro país por su ingreso clandestino a territorio nacional hace un año, luego de burlar el control del paso fronterizo de Colchane en Iquique.

La oficial dijo que ella fue fiscalizada hace unos cinco meses por personal del Departamento de Extranjería, y al quedar al descubierto que estaba en forma ilegal, fue denunciada.

De esta forma, quedó sujeta a una firma en la unidad, pero no cumplió con el procedimiento, por lo que era buscada en Chile. Ahora, tras ser ubicada, de inmediato se procedió a su expulsión por el ingreso clandestino y los requerimientos que tiene en Colombia.

Esta madrugada, Grueso Bonilla fue escoltada por dos funcionarios de la PDI hasta el avión, en el aeropuerto de Santiago, y se hicieron las coordinaciones con la policía colombiana para su llegada al país cafetero donde, de acuerdo a las informaciones, ya está detenida.

Por su parte, Colombia destacó este jueves la cooperación internacional que permitió localizar y apresar a Grueso Bonilla, “incluida en el cartel de los delincuentes ‘Más buscados’ de Buenaventura como integrante del Clan Úsuga”, según un comunicado del Ministerio de Defensa de esa nación.

Según las autoridades, “La Chily” comenzó su carrera delictiva a los 15 años en el Frente 30 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En 2004 abandonó la guerrilla para sumarse a las milicias irregulares de extrema derecha Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), y cuatro años después se desmovilizó y se unió a las “bacrim”, las bandas criminales emergentes en Colombia desde 2006, integradas por narcotraficantes y ex paramilitares.