Las autoridades venezolanas iniciaron este lunes los cierres nocturnos de la frontera de 2.200 kilómetros con Colombia para tratar de frenar un contrabando que supone millones de litros de gasolina y decenas de toneladas de alimentos subsidiados, en un momento de grave escasez en Venezuela.

Una brigada de 20 paracaidistas del Ejército venezolano se desplegó a lo ancho del puente internacional Simón Bolívar -que une San Antonio (oeste de Venezuela) y Cúcuta (este de Colombia)- para bloquear el paso a peatones y vehículos, constató la AFP.

Pero este paso fronterizo, uno de los más transitados de Sudamérica y donde el contrabando es visible durante el día, ofrecía un aspecto inusualmente solitario a esa hora: los pocos vehículos y peatones que, pese a las advertencias de las autoridades, apuraron demasiado para cruzar en uno u otro sentido se toparon con las fuerzas de seguridad.

“Faltan seis minutos. Si usted quiere regresar a la nación colombiana tiene que hacerlo ya”, advirtió un miembro de la brigada, fusil en mano, a una vecina de Cúcuta, mientras Susana, una trabajadora en un almacén del lado colombiano que consiguió volver a Venezuela, se preguntaba: “¿De qué sirve esta vaina?”.

A pocos metros, otros militares registraban los últimos vehículos en busca de harina, leche o azúcar en cantidades suficientes para ser consideradas contrabando, antes de cerrar definitivamente el paso.

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, creó este martes en su programa “En contacto con Maduro” una comisión nacional de lucha contra el contrabando -encabezada por el vicepresidente Jorge Arreaza y ministros como el de Interior, Miguel Rodríguez- y aseguró que el “plan de choque” binacional se aplicará con “severidad”.

“Hay que ir a todo el sistema de la economía ilegal que se produce por varias causas, una de ellas la impunidad. Si nadie lo persigue y lo controla (al contrabando) se multiplica”, agregó Maduro.

Para el gobernador del departamento colombiano de Norte de Santander (este), limítrofe con Venezuela, Edgar Díaz, “hay que buscar otras estrategias” para frenar el contrabando y no afectar el tránsito de los habitantes de la zona. “No siempre la medida más fácil es la más efectiva”, aseguró.

La medida, que para los vehículos de carga pesada supone un cierre de 18H00 a 05H00, fue acordada hace días por los presidentes Maduro y Juan Manuel Santos y por ahora se prolongará 30 días hasta que ambas partes evalúen su impacto.

Con este operativo, para el que Venezuela destinará 17.000 militares, se busca evitar el contrabando a través de los pasos oficiales y de las más de 200 trochas (vías ilegales) que existen de un país a otro, explicó el lunes el general Vladimir Padrino López, al mando de la operación.

Problema binacional

Según el gobierno venezolano, 40% de los productos básicos con precios subsidiados que se entregan a las cadenas de distribución son desviados ilegalmente a Colombia, además de gasolina equivalente a 100.000 barriles diarios de petróleo (una pérdida anual de 3.650 millones de dólares).

El problema afecta a ambos lados por igual: a Venezuela porque la desabastece de productos básicos, lo cual empuja al alza de la ya disparada inflación; y a Colombia porque los productos traficados desde territorio venezolano son vendidos a precios irrisorios en perjuicio del comercio local.

Para la directora de Transparencia Venezuela, Mercedes De Freitas, el cierre fronterizo no resuelve el problema del contrabando, como tampoco lo hizo el chip -código de barras pegado en el parabrisas- que impuso el gobierno en varios estados fronterizos para racionar la venta de combustible.

“El contrabando existe por las diferencias enormes en precios en ambos países y el control de precios y de cambio en Venezuela”, explica a la AFP De Freitas.

“Además, algunos de los que deben hacer valer la ley están involucrados, o no tienen la suficiente fuerza y hacen la vista gorda”, agrega.

Comparar precios entre ambos países ilustra lo atractivo del negocio del contrabando o del “bachaqueo” (contrabando a pequeña escala).

Por ejemplo, en Venezuela, donde el dólar negro cuesta más de diez veces que el oficial, en un supermercado un kilo de arroz corriente cuesta 0,10 centavos de dólar y en Colombia 10 veces más.

Además, la gasolina es la más barata del mundo, 0,02 dólares el litro, mientras que en Colombia cuesta 1,25 dólares (62 veces más).

Tras el anuncio de esta nueva medida, no tardaron en alzarse voces críticas entre varios sectores a ambos lados de la frontera, como la patronal venezolana y los transportistas colombianos, que dudan de su efectividad y ven con preocupación las “pérdidas incalculables” que el cierre ocasionará por las demoras en el traslado de mercancías.

“Puede ser que el cierre sirva para que haya menos contrabando, porque muchos lo hacían por la noche. Pero seguirá habiendo. El problema es que las políticas económicas de este país te empujan a hacerlo. Es demasiado buen negocio”, explica a la AFP Joan, un vecino de San Cristóbal -capital de Táchira- que prefiere no revelar su apellido.