Una obra compleja, llena de matices, con un –a veces precario- equilibrio sutil entre los múltiples cambios de ánimo, de roles y de cordura-locura de sus tres personajes: el fantasma del Criollito (el último fusilado, en 1955, cuyo cuerpo fue descuartizado para luego ser entregado a la “ciencia” y no a sus familiares), su mujer y su hija.

En un cuadro de extrema violencia que ha desencadenado en locura, cada personaje trata de sobrevivir, de salvarse. Pero para ello dependen de los demás…

Un obra que aborda temas muy difíciles y enraizados en nuestro país, como son las muertes violentas con la desaparición del cuerpo de la víctima (la negación o la apropiación –expropiación- de éste por parte del Estado o sus organismos) y sus efectos en la familia (del fusilado, asesinado, desaparecido….).

De las Historias Privadas de Dios, Tomo 1, se relaciona con los más duros conflictos familiares, con duelos no realizados, con la incapacidad de superar el dolor, de salirse del momento trágico. Pero también tiene relación con la violación de los Derechos Humanos, con los “efectos colaterales” de la Justicia, con la violencia del Estado.

De las Historias Privadas de Dios, Tomo 1 se puede ver en relación a la dramaturgia de Juan Radrigán, el padre de Flavia, y leer desde ahí herencias y aportes absolutamente propios, nuevos, en los más diversos aspectos.

Una obra bien montada y armada, un buen texto con música en vivo precisa, con buenas cuotas de canto y humor que permiten hacer más digerible el tema. Los tiempos son adecuados -no hay cosas de más-, y la obra queda abierta a múltiples interpretaciones. Sólo en algunos puntos precisos, quizás las actuaciones flaquean un poco; pero no es pecado, la obra es realmente difícil en sus tres roles, no da pausa ni descanso a los actores.

Una buena oportunidad para reflexionar sobre muchos temas, en particular sobre traumas, duelo, violencia de Estado.

Una obra que establece múltiples nexos con otras obras, con otros temas, porque permite muchas lecturas, como, por ejemplo, sentirla como una metáfora del país respecto al Golpe Militar.