El pasado viernes, los vecinos de Ainavillo despertaron con un ruido proveniente de una casa donde hasta hace un mes funcionaba un jardín infantil, ubicado a la altura de Freire.

La fuga de gas convocó a bomberos, requirió cortar el tránsito y evacuar a los propios vecinos ante el peligro de una explosión o intoxicación.

La emanación de abundante gas natural obedeció al robo de una cañería y de un empalme con la matriz, por parte de personas que reducen los metales para obtener dinero sin medir las consecuencias.

Por eso, Pilar Valenzuela, jefa de conexión y emergencias de Gas Sur llamó a la comunidad a avisar cuando detecten un destrozo y con ello acelerar la respuesta y solución.

Hasta ahora, cuando el año virtualmente terminó, Gas Sur contabilizó 555 emergencias, de las cuales 39 fueron ocasionadas por terceros, lo que incluye robos y rotura por obras en la vía.

En el caso del incidente de Ainavillo, lo llamativo fue que la propietaria de la casa de dos pisos aseveró que los arrendatarios, administradores de un jardín infantil, huyeron sin pagar, pero además dejaron las condiciones propicias para que los ladrones entraran.

Por lo mismo, Gas Sur determinó cortar el servicio en el inmueble, aseveró Valenzuela.

El robo de metales es una acción delictiva sin freno y compañías de otros rubros sufren por lo mismo, sucesos en los que el rol de los locales de compra y venta de metales es fundamental si no frenan la comercialización ilegal de las piezas.