Uno de los cinco acusados por los atentados del 11 de septiembre de 2001 fue expulsado este martes de una audiencia preliminar en la base militar estadounidense de Guantánamo, tras ser ganado por la ira a raíz del tema de las prisiones secretas de la CIA.

El yemenita Ramzi Ben al-Shaiba, acusado de ser uno de los coordinadores de los atentados, fue retirado por la fuerza poco después de que su abogado sugiriera que los guardias de la prisión militar de Guantánamo privaron deliberadamente de sueño a su cliente.

“No ha podido dormir en toda la noche a causa del ruido que se montó alrededor de él”, afirmó el comandante Kevin Bogucki. “Está demasiado cansado como para poder estar atento”, señaló.

Esta audiencia preliminar, de preparación del proceso contra los cinco acusados, que tendrá lugar en 2015, era retransmitida en la base militar de Fort Meade, Maryland (este de Estados Unidos).

El comandante Bogucki afirmó que en la celda se sentían regularmente golpes de puertas contra los tabiques, una acusación que el gobierno norteamericano niega.

El acusado se negó entonces a responder a las preguntas del juez James Pohl, alegando que éste ya había tomado partido.

“Me niego a responder esa pregunta, porque el juez está en contra mío y mis descargos”, afirmó Ramzi Ben al-Shaiba, antes de lanzar acusaciones improvisadas por el trato que dispensa Estados Unidos contra los sospechosos de terrorismo.

Advertido por el juez Pohl de que no hablara cuando no era su turno, el yemenita, acusado entre otras cosas de haber ayudado a sus cómplices a recibir cursos de piloto en Estados Unidos, prosiguió en voz baja su monólogo e hizo referencia a “una prisión secreta de la CIA”.

A pesar de las advertencias del magistrado, el acusado se enojó y fue expulsado de la sala. La retransmisión de la audiencia fue entonces interrumpida.

Los otros cuatro acusados de los atentados, entre ellos el cerebro autoproclamado de la operación, Jaled Cheij Mohammed, también estaban presentes.

La defensa solicita al gobierno que desclasifique el programa de detenciones e interrogatorios en las cárceles secretas de la CIA, a los que fueron sometidos los cinco acusados durante el gobierno de George W. Bush.

Tras sus detenciones en 2002 y 2003, los cinco pasaron tres años en prisiones secretas de la CIA en el exterior, donde habrían sido torturados.