Los militares franceses desplegados en República Centroafricana continuaban este miércoles el desarme de los grupos armados en Bangui, tras haber recibido el martes la visita de su presidente François Hollande.

Helicópteros militares sobrevuelan Bangui -sujeta a un toque de queda entre las 18:00 horas y las 06.00 horas- y donde los soldados de la operación “Sangaris” deben evitar que la población cristiana, aterrorizada durante meses por los abusos de los combatientes de la exrebelión Seleka, ejerzan represalias contra civiles musulmanes.

El martes hacia las 23:00 horas, cuando Hollande abandonaba Bangui, se escucharon intensos aunque breves disparos cerca de la televisión pública, a varios kilómetros del aeropuerto, indicaron habitantes de la zona.

El lunes y el martes, gente en busca de venganza continuó saqueando las tiendas de comerciantes musulmanes en algunos barrios.

“Había llegado la hora de actuar”, dijo Hollande que presentó sus respetos ante los ataúdes de los dos soldados muertos el martes situados en el aeropuerto de la ciudad, donde tiene su base la operación “Sangaris” que cuenta con 1.600 hombres.

Los dos soldados murieron el martes de madrugada durante un enfrentamiento con asaltantes no identificados en un barrio cercano al aeropuerto.

Se trata de las primeras bajas francesas desde que comenzó la operación “Sangaris” tras la autorización otorgada por la ONU el jueves pasado.

Preguntado por la misión francesa en el país africano, el ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, aseguró que “los europeos acudirán a la cita” en declaraciones a la cadena de televisión BFMTV y a la radio RMC. “Ya han empezado: los británicos, los belgas, los daneses, los polacos…”, dijo.

“Estamos discutiendo con nuestros amigos europeos, tendremos apoyos europeos en el marco de esta misión”, aseguró.

Recordemos que los soldados franceses están desarrollando una delicada operación de desarme de las milicias y grupos presentes en Bangui, donde la situación sigue siendo inestable.

Este desarme afecta principalmente a los combatientes de la exrebelión Seleka, hasta ahora muy poderosos en la capital, donde se les acusa de numerosos abusos contra la población.

La República Centroafricana está sumida en el caos desde que la coalición rebelde Seleka, mayoritariamente musulmana, depuso al presidente François Bozizé en marzo pasado.

Un gobierno de transición liderado por un ex rebelde perdió luego el control del país, y grupos rivales cristianos y musulmanes protagonizan desde entonces sangrientos enfrentamientos.

Según el Estado Mayor francés, casi todos los grupos fueron desarmados sin grandes incidentes y en menos de 24 horas con el apoyo de la fuerza africana (MISCA).

La operación “Sangaris” busca desarmar a todos los grupos y a medio plazo devolver la estabilidad al país y organizar elecciones libres, según París.

Sin embargo, muy poca información llega de las provincias, aisladas del resto del país y donde muchos temen descubrir nuevos cadáveres.