El agua bendita es asociada a la pureza y limpieza espiritual, pero lo cierto es que es un peligro potencial para la salud de las personas.

Así lo afirma un estudio realizado por investigadores del Instituto de Higiene e Inmunología Aplicada en la Universidad de Medicina de Viena (Austria), que tomó muestras en 39 fuentes de ese país, encontrando hasta 62 millones de bacterias por mililitro de agua, cuya peligrosidad se traduce en que esta agua en ningún caso sería apta para beber.

Las pruebas indicaron que un 86% del agua bendita, comúnmente utilizada por los feligreses, se infectó con bacterias comunes que se encuentran en la materia fecal -tales como E. coli, enterococos y Campylobacter- que pueden conducir a diarrea, cólicos estomacales, dolor abdominal, y fiebre, si el agua entra en contacto con los labios al persignarse.

Además, hallaron nitratos, sales derivadas del ácido nítrico, que de ser ingeridas por encima de cierto nivel pueden causar enfermedades graves, especialmente en bebés menores de 6 meses.

“Tenemos que advertir a la gente sobre el consumo del agua de estas fuentes” dijo Alexander Kirschner, uno de los autores del estudio recogido por ABC News.

Además de las iglesias, el sondeo también encontró bacterias en las capillas de los hospitales. “Esto puede representar un problema que se ha subestimado hasta ahora, sobre todo en los hospitales, ya que hay un montón de gente con los sistemas inmunes debilitados allí”, añadió Kirschner.

Con el fin de hacer más limpia el agua bendita, se han creado algunos avances. Por ejemplo, un sacerdote italiano creó un dispensador de agua especial, mientras que algunos estudios han indicado que agregar sal puede ayudar a desinfectar el agua.

Pero Kirschner advierte que la sal no es un método confiable para prevenir las infecciones y en su lugar recomienda que se cambie regularmente el agua bendita.

Recordemos que éste no es el primer estudio que advierte de la peligrosidad de las fuentes de agua en las iglesias. Una investigación liderada por un equipo del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla, también determinó que la gran mayoría de los recipientes albergan patógenos capaces de causar graves enfermedades a los seres humanos.