La emoción se ha ido tomando el espacio de la política, dejando de lado el debate de ideas y la aceptación de posiciones divergentes. Y lo que se vivió el pasado lunes en la reunión del presidente Piñera con los partidos políticos con representación parlamentaria para analizar la demanda de Bolivia, fue la hora del chovinismo.

Lo peor del mensaje entregado en La Moneda, es que se sugirió -no explícitamente- que hay ideas que no pueden plantearse, como por ejemplo sostener que podría lograrse un acuerdo con Bolivia que implique ceder territorio chileno para acceder a la demanda boliviana de una salida soberana al mar.

Se confunde la noción de patria, con la de “patrioterismo”, cuando los que dicen que jamás van a ceder un centímetro de territorio pero que avalan el centralismo y nunca se han preocupado de verdad por cómo viven los compatriotas en regiones o zonas extremas.

Por último, respecto a lo señalado por Laurence Golborne de reformar la constitución para que todo proyecto sobre temas territoriales con terceros países sea discutido y aprobado por mayoría de dos tercios para que tenga “amplio consenso ciudadano”. Esa amplia mayoría también se requiere para deshacer lo que una minoría impuso por la fuerza al país, una minoría de 4 comandantes en jefe que implantaron con las armas los cambios que necesitaban.