Dos compañías aéreas niponas, JAL y ANA, inmovilizaron en tierra el miércoles todos sus Boeing 787 Dreamliner después de un enésimo incidente que constituye un golpe duro para el fabricante de aviones norteamericano, que sin embargo parece conservar la confianza de sus clientes internacionales en su aparato estrella.

El miércoles de mañana, el vuelo ANA 692, que realizaba con un Dreamliner un vuelo interior entre Yamaguchi Ube (oeste) y Tokio, con 129 pasajeros y ocho tripulantes, tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en Takamatsu (sur). Varias personas sufrieron heridas leves durante la evacuación terrestre mediante toboganes.

“Durante el vuelo, el comandante a bordo recibió un mensaje de error procedente de una batería. Estamos investigando sobre lo que realmente sucedió”, explicó una portavoz de All Nippon Airways (ANA).

Luego, la aerolínea indicó que el mensaje señalaba la presencia de humo al nivel de un compartimento que contenía una batería que causó el problema.

El grupo Boeing reaccionó rápidamente, asegurando que iba a “trabajar con (sus) clientes y las autoridades competentes” para aclarar este caso.

El presidente general de ANA, Shinichiro Ito, reiteró el miércoles su confianza en el aparato en el cual su compañía basa su estrategia.

Por su parte, la compañía australiana Qantas decidió mantener su orden de compra de 15 Dreamliner para su filial Jetstar. Singapore Airlines, a través de su compañía de bajo precio Scoot, anunció en un comunicado que mantiene su orden de compra de 20 Boeing 787 Dreamliner.

Ambas aerolíneas afirmaron que el constructor de aviones norteamericano los mantiene constantemente informados del desempeño de este aparato desde que presentaron sus órdenes de compra.

British Airways anunció que mantiene su orden de los 24 ejemplares encargados.

Las autoridades del transporte aéreo en India anunciaron en cambio una inspección de seguridad del Dreamliner “en consultas con Boeing y Air India”.

La Agencia Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) señaló que “evalúa un informe preliminar” y que tomará en cuenta este nuevo incidente en su investigación sobre el Dreamliner.

Este último problema técnico condujo el miércoles a ANA a dejar en tierra sus 17 Dreamliners. Esta iniciativa fue imitada poco después por su compatriota y rival Japan Airlines (JAL), que explota siete aparatos y que también tuvo problemas.

El ministro del Transporte japonés, Akihiro Ota, se mostró muy preocupado, temiendo que el incidente de este miércoles, calificado de “serio”, provocase “un grave accidente”.

A pesar de las expresiones de confianza de las compañías clientes, el problema del vuelo ANA 692 constituye de todas formas un revés para la reputación del Dreamliner, un avión que ya sufrió en repetidas oportunidades problemas técnicos durante sus primeros vuelos de explotación.

“Es cierto que el avión sufrió recientemente una serie de problemas”, reconoció la portavoz de ANA, precisando sin embargo que actualmente “no podemos decir si el incidente de hoy tiene algo en común con los anteriores”.

En total, al menos siete incidentes fueron registrados entre el 7 de enero y este miércoles 16 de enero en los B 787 explotados por ANA y JAL.

Entre los problemas que se presentaron figuran sobre todo una dificultad con los frenos, un parabrisas resquebrajado en pleno vuelo y un escape de aceite en los aparatos de ANA, así como dos escapes constatados en un avión de JAL y un principio de incendio debido a una batería en un Dreamliner de la misma compañía después de su aterrizaje la semana pasada en Boston.

Las dos principales aerolíneas japonesas son clientes importantes del Boeing 787 y las primeras en haberlos utilizado. Estas compañías afirmaron que apostaban a sus logros ecológicos, su rendimiento y su comodidad para atraer clientes y mejorar su rentabilidad.

Tanto ANA como JAL basaron toda su estrategia para los próximos años en el despliegue extensivo de este avión.

JAL encargó 45 unidades (además de una opción sobre otros 20) y ANA, que fue la compañía de lanzamiento, 66.

La primera entrega a ANA tuvo lugar a fines de 2011, con tres años y medio de atraso sobre el calendario inicial.

La producción de más de una tercera parte de este avión fue encargada a empresas niponas, incluyendo a las baterías, suministradas por la empresa GS Yuasa.