“Lo mejor aún está por venir” dijo Barack Obama durante el discurso que pronunció tras anunciarse su victoria en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Pero ¿qué es lo que le espera al mandatario en su segundo periodo al mando de la gran potencia? El cientista político Cristóbal Ulloa señaló BioBioChile algunos de los desafíos que Obama deberá enfrentar en los próximos 4 años.

“Al igual que en su primer mandato tendrá asuntos urgentes por los que velar, heredados de administraciones anteriores, tanto en economía, salud y política de defensa en el exterior”, indicó Ulloa.

Al respecto, el profesional explicó que el demócrata, “si bien heredó el inicio de la crisis ‘subprime’ por el otorgamiento de créditos hipotecarios a alto riesgo, y por lo cual tuvo que apurar la “Ley de Estímulo Económico”, también se hizo cargo del más que pendiente tema de seguridad social en el que destaca el acceso a la salud, en el cual ha anunciado que no hará grandes cambios a pesar que los expertos sostienen que los grandes sistemas operantes en Estados Unidos no podrían mantener su sostenibilidad en el tiempo, como el caso de Mediacare que centra sus esfuerzos en el segmento del adulto”.

Asimismo, indicó que más que llevar a Estados Unidos a una nueva era de bonanza económica, el desafío de Obama es “llevar a su país a sortear de la mejor forma posible el incremento del déficit estatal, no contagiarse mayormente con la crisis por la que pasa la Unión Europea, y mantener los precios del petróleo en límites razonables para no afectar la producción industrial, energética y de servicios, pese al desincentivo que provocaría la propuesta Buffet (incremento de impuestos a quienes ganan más de 250.000 dólares al año)”. Junto con esto también debe preocuparse por “la poca creación de empleo y el cada vez mayor interés de los países en vías de desarrollo de invertir en mercados más dinámicos y poco explotados hasta hace poco tiempo, como el asiático”.

En materia de política exterior, Ulloa estima que el presidente estadounidense “tiene temas a la vuelta de la esquina más incómodos que dentro de su mismo país, como los que le atañen en Siria, Irán e Israel”.

“A Obama le ha resultado sumamente difícil mantenerse al margen de las expectativas puestas en Estados Unidos en cuanto a definir una resolución en el ámbito militar en Siria, apelando a los roles de contención de los observadores de la ONU y al aparente equilibrio de fuerzas entre los rebeldes sirios y los grupos leales al gobierno de Al Assad” explica, agregando que el mandatario “sabe que más temprano que tarde se deberá intervenir en el conflicto con el apoyo –ya entregado- de los países miembros de la OTAN, pero con sus fuerzas retirándose a paso lento de Irak y proyectando una salida en Afganistán recién en un par de años más”.

“No le resultará efectivo contar con el apoyo de la ciudadanía en una nueva intervención militar, a pesar de las críticas, por su supuesta pasividad, recibidas desde el partido republicano y por algunos sectores de su propio partido, lo que le acarrea tremendos costos políticos”, enfatiza.

WhiteHouse (C)

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En tanto, “al mismo tiempo su reloj corre cada vez más rápido cuando se mira a Irán y su persistente programa de investigación nuclear, denunciado por Israel como un programa que rompería el ya frágil equilibrio entre los países con capacidad de acceso a este tipo de armamento. Obama tendrá hasta mediados del próximo año para resolver su posición de una forma más formal”, señala Cristóbal, expresando que esto se concretaría “incrementando las sanciones y manteniendo los precios del petróleo bajos para que otros países dependientes del crudo, y que ven cómo sus costos de producción se mantienen altos debido a los precios del oro negro, no tengan miedo de apoyar una sanción más enérgica como ya han señalado su intención países como Israel y Turquía”.

Por otro lado, Obama “deberá mantenerse al margen dentro de lo máximo posible en cuanto a la situación de Israel con Palestina, ya que debe preservar el delicado equilibrio entre los principales ejes de su ya alicaída industria y sector económico comercial, representado por los accionistas de origen semita, el apoyo militar que Israel está dispuesto a proporcionar en casi toda intervención en medio oriente cercana a sus fronteras y la imagen de un presidente que desde su mandato se ha visto como uno de los pocos referentes de las minorías que constituyen el prisma de la composición étnica de los Estados Unidos, al ser criado como musulmán para luego ser ateo, además de ser hijo de Padre keniata, hijastro de indonesio y cuñado de un chino-canadiense”.

Finalmente, el especialista afirma que “Estados Unidos sabe que ya no es la principal potencia mundial -lugar que a su juicio ostenta China-, que su presencia y voto en el Consejo de Seguridad de la ONU ya no es el más determinante ni el que decidirá unánimemente el futuro de un país, además del cansancio de 11 años de conflicto, los resultados inciertos del nivel de logro de sus objetivos, además de una guerra contra el terrorismo y el narcotráfico”.

Todo esto, sumado al aletargamiento de la producción estadounidense que ya no resistiría otra intervención de largo aliento, tienen a Obama dentro de una encrucijada de ‘expectativas versus capacidades’.