La Unión Europea (UE) se dispone a “endurecer la presión” contra Irán por su programa nuclear, tras aprobar este lunes una nueva ronda de sanciones contra Siria, que apuntan a asfixiar a los colaboradores del régimen de Bashar al Asad.

“Vamos a aprobar nuevas sanciones contra Irán por su programa nuclear”, anunció el ministro británico, William Hague, al llegar a la reunión de 27 ministros de Relaciones Exteriores en Luxemburgo.

Las sanciones “incrementarán la presión y vamos a seguir haciéndolo en los próximos meses”, aseguró el canciller británico.

“Excepto si Teherán regresa a la mesa de negociaciones”, precisó.

La jefa de la diplomacia de la UE, Catherine Ashton, destacó que era “muy, muy importante de que la UE envíe una señal a Irán de que quiere un acuerdo negociado”.

Los ministros de la Unión Europea ya acordaron un nuevo paquete “muy duro” de sanciones contra Irán, fundamentalmente sobre las transacciones financieras, el gas, el transporte y el comercio, según dijeron fuentes diplomáticas, que deberá ser ratificado este lunes.

Sin embargo, Irán -que insiste que su programa nuclear es para fines pacíficos- advirtió recientemente que Occidente “pagará” por las sanciones que se le han impuesto a su país por su programa nuclear.

Bajo la sospecha de que Irán intenta fabricar armas atómicas escudándose en un programa nuclear, los países occidentales impusieron progresivamente desde hace dos años un embargo económico contra Irán, que provocó una caída de las exportaciones y la producción petrolera, principal riqueza del país, un derrumbe de la moneda debido a una penuria de divisas, una desaceleración de la economía y una subida del desempleo.

Las negociaciones entre Irán y las grandes potencias se encuentran estancadas desde hace varios años.

Tal como estaba previsto, los jefes de la diplomacia de la UE aprobaron nuevas sanciones contra Siria al congelar los fondos de 28 allegados al régimen de al Asad, además de prohibirles los visados a cualquier país europeo.

Las sanciones apuntan también a dos empresas sospechosas de contribuir con la financiación del régimen y la sangrienta represión de la oposición, dijo una fuente diplomática.

Pero los europeos no lograron limar sus diferencias con Rusia, histórico aliado de Damasco, tras una cena informal el domingo entre los ministros de la UE y el canciller ruso, Sergei Lavrov.

“Hemos constatado que sigue habiendo diferencias entre la UE y Rusia”, señaló el ministro español, José Manuel García Margallo.

Moscú se opone a cualquier acción militar contra el régimen sirio y acusa a Occidente de alentar los 18 meses de conflicto en esa región, permitiendo el flujo de armas a la oposición.

“Es necesario llegar a una situación negociada. Todos estamos de acuerdo de que el objetivo es acabar con las matanzas en Siria, favorecer la ayuda humanitaria a los desplazados dentro y fuera del país y poner en marcha una transición democrática que culmine en unas elecciones”, dijo García-Margallo.

Con esta nueva ronda de sanciones, suman 181 personas y 54 empresas en Siria las que se han incluido en la lista negra de la UE.

En algo más de un año, la Unión Europea ha aprobado 19 rondas de sanciones contra Damasco, que incluyen un embargo a las compras de petróleo sirio y otro a las ventas de armas al régimen, para evitar que sean usadas para la represión.

El conflicto armado, que comenzó como una revuelta pacífica, hostil al presidente Bashar al Asad, y que luego fue violentamente reprimida, se ve agravado por el recrudecimiento de las tensiones entre Siria y Turquía.

Ankara, que apoya la rebelión en Siria, amenazó con responder a cualquier ataque de Damasco, tras una serie de incidentes en la frontera entre estos dos países.

En un episodio más de esta escalada en la tensión entre los dos países, Damasco decidió prohibir a los aviones de la aerolínea Turkish Airlines el ingreso a su espacio aéreo, en represalia a una medida similar tomada por las autoridades turcas.

La guerra civil en Siria, considerada una “calamidad” y un riesgo para la paz mundial, continúa sin que la ONU haya encontrado algún modo de frenarla, a raíz del bloqueo de Rusia y China a toda propuesta en el Consejo de Seguridad.

Y las cifras de la destrucción son escalofriantes: unos 30.000 muertos y más de 340.000 refugiados, según la ONU.