El mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, juzgado por “robo agravado” de cientos de documentos confidenciales, fue condenado este sábado a un año y medio de cárcel por el Tribunal del Vaticano, tras un juicio relámpago sobre las filtraciones del caso “Vatileaks”.

El Tribunal condenó al acusado a tres años de prisión, pero inmediatamente habría reducido la pena a la mitad.

El presidente del Tribunal, Guiseppe Dalla Torre, explicó que la reducción de pena se produjo “por sus servicios” prestados al Papa Benedicto XVI, “su convicción, que el juez considera errónea, de servir a la Iglesia”, “su conducta durante el proceso” y “su conciencia de haber traicionado al Papa”.

Antes, el mayordomo, para quien el fiscal solicitó una pena de tres años de prisión, afirmó haber actuado “por amor a la Iglesia” y “no ser un ladrón”.

Por su parte, la abogada de Gabriele, Cristina Arru, solicitó que el delito fuera reclasificado como “robo” con “apropiación ilícita” y pidió que, si los jueces seguían contemplando el delito de robo, Gabriele fuera condenado a la pena mínima prevista por ello, es decir, tres días de detención.

“Cometió un acto ciertamente condenable e ilícito, pero tenía la intención de ayudar y no de perjudicar a la Iglesia”, dijo la abogada.

Sin embargo, Gabriele, que negó la acusación de robo agravado, único cargo presentado en este proceso, podría apelar, con lo que evitaría la cárcel en Italia.

La cuarta audiencia, después de las del sábado, el martes y el miércoles pasados, tuvo lugar en presencia de un grupo de solo diez periodistas en la pequeña sala del tribunal del Vaticano.

Este juicio supuso un paso sin precedentes en la transparencia de la Santa Sede, pero algunas voces críticas lo ven como una maniobra para contener un escándalo mayor.

La manera en que el presidente del tribunal, Giuseppe Dalla Torre, condujo el juicio fue criticada, al centrarse estrictamente en el cargo contra el mayordomo, “robo agravado”, e impedir que cualquier otro aspecto del caso “Vatileaks” fuera mencionado. También interrumpió al acusado cada vez que trataba de explicar sus motivos y su deseo de ayudar a Benedicto XVI, al que consideraba “manipulado”.

El periodista italiano Gianluigi Nuzzi, que recibió de Gabriele decenas de documentos confidenciales antes de divulgarlos en un libro, apenas fue mencionado.

Recordemos que Paolo Gabriele dijo hace unas semanas que quería combatir “el mal y la corrupción” en el Vaticano.

La tesis de una gran conspiración organizada por cardenales parece poco probable, pero la instrucción del caso “Vatileaks” no terminó y todavía podría llevar años.