La llama se apagó este domingo en el estadio Olímpico de Londres, clausurando los XXX Juegos de la era moderna, en una ceremonia que puso punto final al gran evento deportivo y que sirvió para entregar el testigo al próximo anfitrión, Rio de Janeiro en 2016.

El momento de la extinción de la llama se produjo instantes antes de la medianoche local (19.00 horas de Chile).

El fuego olímpico, traído como marca la tradición desde Grecia, cuna del Olimpismo, había recorrido Gran Bretaña e Irlanda en las semanas previas al evento y desde el 27 de julio, fecha de la ceremonia inaugural, alumbraba simbólicamente la competición deportiva más importante del mundo.

El encendido y apagado de la llama es uno de los momentos más simbólicos de cada edición olímpica.

En esta ocasión, el fuego se había prendido en la apertura mediante un grupo de jóvenes que habían encendido decenas de pequeñas antorchas que se fueron elevando en posición vertical hasta conformar un único fuego, después de que el remero británico Steve Redgrave, cinco veces campeón olímpico, tuviera el honor de entrar con la llama en el estadio.

La llama recorrió 12.875 kilómetros en diez semanas en las islas Británicas, pasando la frontera británico-irlandesa llevada por dos medallistas olímpicos de boxeo de Barcelona-1992, Wayne McCullough de Irlanda del Norte y Michael Carruth de la República de Irlanda, país independiente desde 1922.

Londres recibió la llegada del fuego olímpica el 20 de julio, protegido dentro de un farolillo a bordo de un helicóptero militar escoltado por un comando de “Royal Marines”, uno de cuyos integrantes se descolgó en ‘rappel’ desde 55 metros de altura hasta un muelle cercano al emblemático monumento.

“Hoy Londres se convierte en la primera ciudad de la historia a la que se confía la llama olímpica prendida por primera vez por los antiguos griegos”, proclamó ese día el alcalde de la ciudad, Boris Johnson, recordando que la capital británica ya albergó los Juegos de 1908 y 1948. “Prometo que mantendremos esta llama ardiendo brillantemente”, dijo.

La llama durmió esa noche en la Torre, que además de las joyas de la corona británica guarda también en sus entrañas las codiciadas medallas olímpicas que han recibido los atletas durante los Juegos.

Luego inició una semana de recorrido por los barrios de la capital británica, hasta que fue encendida en el estadio Olímpico el 27 de julio.

Una de las anécdotas de estos Juegos es que el pebetero no estuvo siempre encendido durante la competición, sino que fue apagado durante el tiempo necesario para trasladarlo desde el centro del estadio, donde fue encendido en la inauguración, a un lateral del recinto.