El ataque en la península del Sinaí que costó la vida a 16 guardias fronterizos egipcios puso fin a la efímera luna de miel entre los líderes de Hamas, que ostenta el poder en la franja de Gaza, y el nuevo presidente egipcio, el islamista Mohamed Mursi, según varios analistas.

Tras la elección de Mohamed Mursi en junio, celebrada por Hamas, las relaciones con el movimiento islamista palestino parecieron arrancar con buen pie, después de que el dirigente egipcio decidiera suavizar las restricciones en la frontera entre Egipto y la franja de Gaza.

Pero todo se tambaleó el domingo por la noche, cuando varios hombres armados mataron a 16 guardias fronterizos egipcios en la península del Sinaí. Fuentes de El Cairo dieron a entender que los asaltantes procedían del enclave palestino.

A pesar de que Hamas condenó rápidamente el ataque y cerró los túneles de contrabando bajo la frontera, sus relaciones con El Cairo “se dañaron seriamente y necesitarán tiempo para reponerse”, explica el analista Mujaimer Abu Saâda.

“La luna de miel” entre Hamas y Mohamed Mursi “no habría durado mucho” por las “presiones popular y militar sobre Mursi que le podrían hacer desestimar su promesa de ampliar las horas de apertura del paso de Rafah”, subraya Abu Sada.

Sin embargo, las disensiones “podrían no ser duraderas si se demuestra que nadie de la franja de Gaza estuvo implicado” en el ataque, explica este profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Al Azhar de Gaza.

La cofradía panislamista de los Hermanos Musulmanes, de donde procede Mursi, está considerada como la “matriz” de Hamas.

Por su parte, Hamas sufre presiones para controlar mejor su frontera con Egipto, a falta de lo cual se arriesga a una degradación de sus relaciones con El Cairo.

Según el viceministro de Asuntos Exteriores de Hamas, Gazi Hamad, el movimiento palestino mantiene “intensas” discusiones con Egipto para “contener el impacto del ataque terrorista” y evitar “una crisis humanitaria” que provocaría un cierre de los túneles, pulmón vital para la franja de Gaza.

Varios expertos estiman que Egipto deberá destruir los túneles, su principal fuente de problemas de seguridad.

El politólogo Walid al Mudalal considera que el ataque del Sinaí proporciona a El Cairo “motivos razonables para abrir la frontera en Rafah” y evitar los peligros ligados al paso no regulado a través de los túneles.

Según él, Egipto podría aceptar los túneles reservados al combustible y a los materiales de construcción durante el tiempo necesario para establecer una “zona de libre comercio” en la frontera. Las dos partes “están dispuestas a esta solución”, asegura.

Pero El Cairo sufre presiones internacionales, procedentes en particular de Israel, para no reabrir completamente el paso de Rafah, la única puerta de Gaza al exterior no controlada por el Estado Hebreo, que impone un bloqueo al territorio palestino desde 2006.

Israel trata de “volver a la opinión pública egipcia contra Gaza para impedir una reapertura del paso o un alivio del bloqueo”, acusa el periodista Mustafa al Sawaf.

Sin embargo, la mayoría de los analistas de Gaza esperan “pronto una vuelta a la normalidad en las relaciones” entre Gaza y Egipto y hasta una cooperación creciente en seguridad, inclusive “frente a los grupos extremistas”.

Hamas lanza regularmente campañas de represión contra los grupos salafistas yihadistas.

La reapertura del paso de Rafah “comenzará progresivamente para los casos humanitarios y se mantendrá porque su cierre significa una vuelta al castigo colectivo de la ocupación israelí, una práctica inaceptable en el Egipto posrevolucionario”, predice el politólogo al Mudalal.