Los Juegos de Londres marcaron el regreso de los récords mundiales en la natación, dos años y medio después de la prohibición de los polémicos “super trajes” que habían convertido esa proeza en una vulgaridad, desfigurando al deporte.

Nueve récords mundiales fueron batidos en ocho días de competencia en el Centro Acuático de Londres, un número nada desdeñable, a pesar de no poder compararse con los 25 que habían caído en Pekín-2008 y la ridícula cifra de 43 del Mundial de Roma celebrado al año siguiente.

Las mujeres duplicaron a los hombres, con seis plusmarcas contra tres, incluyendo las dos veces que la estadounidense Rebecca Soni rebajó el récord de los 200 metros braza, primero en semifinales y luego en la final de la prueba.

“Pienso que la natación es un deporte de perseverancia y somos capaces de empujar nuestros límites y ponerlos más altos para nosotros mismos”, dijo la nueva maravilla estadounidense Missy Franklin, que pulverizó el récord de los 200m espaldas para ganar la medalla de oro.

“Creo que es increíble que tantos nadadores hayan sido capaces de venir aquí y romper récords mundiales cuando mucha gente pensaba que no podíamos hacerlo”, agregó Missy, ganadora de cuatro medallas doradas en Londres.

De los nueve récords batidos, hubo dos que provocaron especial asombro: el de la china Ye Shiwen en los 400 metros estilos y el de su compatriota Sun Yang en los 1.500m libres.

Ye, de apenas 16 años, estableció una nueva plusmarca con un tiempo de 4 minutos 28 segudos 43 centésimas, que superó en más de un segundo el anterior récord y en más de siete segundos el crono que la propia nadadora había marcado el año pasado en la final del mundial de Shanghai.

La china corrió los últimos 50 metros en estilo libre en un tiempo de 28.93, más rápido que lo que tardó en recorrer la misma distancia el estadounidense Ryan Lochte (29.10) para hacerse con el título masculino poco antes en la misma piscina con el segundo mejor registro de la historia.

De su lado, Sun Yang, primer chino en ganar una medalla de oro en la natación olímpica en los 400m libres, destrozó su récord de los 1.500m de la misma especialidad para llevarse un segundo título.

Sun, de 20 años, registró un tiempo de 14:31.02, tres segundos por debajo de la plusmarca que él mismo había establecido el año pasado en el Mundial de Shanghai.

El increíble registro de Sun queda más de relieve aún cuando se observa la diferencia sobre sus rivales: el canadiense Ryan Cochrane quedó a más de ochos segundos (14:39.63) y el marroquí Oussama Mellouli a más de nueve (14:40.31).

En los otros casos, las plusmarcas mundiales fueron alcanzadas superando por poco los récords en vigencia.

Por ejemplo, el húngaro Daniel Gyurta ganó el oro en 200m braza recortando en apenas tres centésimas la plusmarca que tenía el australiano Christian Sprenger desde el Mundial de Roma-2009 con 2:07.31.

La estadounidense Dana Vollmer, campeona olímpica de 100m mariposa, limó el mejor registro de esa distancia en ocho centésimas, llevándolo de los 56.06 establecidos por la sueca Sarah Sjostrom en el Mundial de Roma-2009 a 55.98.

La vuelta de las plusmarcas no sorprendió a la mayoría de los nadadores.

La zimbabuense Kirsty Coventry, bicampeona olímpica de los 200m espaldas, señaló que entre las mujeres la competencia era cada vez más cerrada, con varias nadadoras separadas una de otra por menos de un segundo.

“Si se mira a Pekín o Atenas, es diferente. Antes había un par de segundos entre la primera y la octava en una final. Esto muestra que la natación es mejorando y eso es excitante”, señaló.

Para la estrella estadounidense Michael Phelps, que se retiró con 22 medallas olímpicas convirtiéndose así en deportista más premiado en la historia los Juegos, siempre hay margen para mejorar.

“Hay tantas cosas que pueden hacerse”, dijo el astro de Baltimore (este de Estados Unidos), responsable de unos 40 récords mundiales, la mayoría de ellos individuales y de los cuales tres siguen hoy en su poder.