Un grupo de científicos de la Universidad de California (UCLA) cuestionó un histórico estudio relativo a la selección sexual, que indicaba que en general los machos son más promiscuos y las hembras más exigentes.

Para llegar a esta conclusión los especialistas de UCLA replicaron el experimento realizado en 1948 por el genetista inglés Angus John Bateman en el que se había demostrado que los ejemplares masculinos de la mosca de la fruta supuestamente tenían una ventaja evolutiva cuando se apareaban con varias hembras, pero no pasaba lo mismo al revés.

“El de Bateman es el estudio experimental sobre selección sexual más citado en la actualidad”, aseguró la directora del estudio Patricia Adair Gowaty, profesora de ecología y biología evolutiva, agregando que “Posiblemente el trabajo de Bateman nunca debería haber sido publicado”.

Y es que nadie había replicado la prueba hasta ahora, cuando los investigadores de UCLA lo hicieron y hallaron varios errores.

Según cuenta ABC.es, el ensayo de Bateman se realizó con poblaciones aisladas del insecto encerradas en frascos de vidrio, entre las que se podía encontrar grupos de 5 machos y 5 hembras; además de 3 machos y 3 hembras, las cuales se aparearon con total libertad.

Como en ese tiempo no existían las pruebas de ADN para insectos, Bateman estudió el comportamiento sexual de las moscas eligiendo sólo a aquellas que tenían mutaciones visibles (como alas rizadas, pelos gruesos, ojos pequeños, etc) para que las transfirieran a las crías y así poder establecer padres e hijos.

Pero de acuerdo a Gowaty esto tenía un grave error, pues se eligieron sólo las crías de moscas que tuvieran las mutaciones de ambos padres porque era la única manera de determinar el origen, lo que llevó a una muestra muy sesgada, pues existía la posibilidad de que una cría heredara una característica de sólo la madre o el padre, o de ninguno de los dos.

Cuando se replicó el experimento con las herramientas de la tecnología actual, los investigadores determinaron que las moscas con más de una mutación por lo general mueren antes de llegar a la vida adulta, encontrando también que este insecto usa las alas tanto para volar como para atraer a la pareja, por lo tanto, aquellas que las tenían rizadas estaban en desventaja.

Asimismo, se estableció que el grupo con doble mutación era menor al 25% de la población total y derribaron el argumento de que los machos de esta especie tenían más hijos cuando se apareaban con múltiples parejas, pero las hembras seguían procreando la misma cantidad de descendencia sin importar el número de compañeros.

Sin embargo, según los expertos de UCLA era imposible que este sistema pudiese predecir con claridad la relación entre la cantidad de parejas y de hijos.

“Nuestras visiones del mundo limitan nuestra imaginación. Para algunas personas, el resultado de Bateman fue tan reconfortante que no valía la pena ponerlo en cuestión. Creo que la gente lo aceptó. (…) Sacudir los cimientos del paradigma de Bateman puede ayudar a examinar este campo desde una nueva perspectiva”, dijo la directora del estudio.

Cabe destacar que el experimento de Bateman ha sido puesto de ejemplo en muchos textos de biología y en cerca de 2.000 estudios científicos, según ABC.es.