El francés Franck Ribery, suspendido en la final europea de 2010, cuenta ya las horas para disputar su primera final de la Liga de Campeones, este sábado ante el Chelsea en Múnich con el Bayern, antes de afrontar con su selección la Eurocopa-2012 en Polonia y Ucrania.

El 22 de mayo de 2010 permanece en la memoria de Ribery como una de las fechas más tristes de su carrera, por la derrota de su Bayern ante el Inter de Milán italiano (2-0) en la final de la ‘Champions’ en Madrid.

El atacante francés abandonó la concentración de su selección, previa al Mundial de Sudáfrica, para asistir, impotente desde la grada, a la derrota de sus compañeros en España, en un partido que no pudo jugar porque había sido expulsado en la semifinal ante el Lyon.

Ironía del destino o no, fue precisamente sobre el césped del estadio Santiago Bernabeu donde el Bayern regresó en la vuelta de las semifinales de esta campaña 2011-2012 a la final del máximo torneo europeo.

El astro francés por fin tiene su soñada final, en una segunda oportunidad que espera no despediciar, en una temporada donde el equipo bávaro aspiraba a lo máximo, pero donde se ha visto relegado al subcampeonato tanto en la Bundesliga como en la Copa de Alemania.

A sus 29 años, ha firmado estadísticamente su mejor temporada desde su llegada a Baviera en 2007 (12 goles y 21 asistencias en la Bundesliga), siendo respetado esta vez sí por las lesiones, no como en campañas anteriores.

El jugador francés sufrió recientemente una humillación dolorosa con el 5-2 que recibió su equipo ante el Borussia Dortmund en la final de la Copa de Alemania, y llegó incluso a soltar alguna lágrima por la enorme decepción, algo que no quiere repetir este sábado en un duelo clave en el Allianz Arena.

“Es el partido más importante de mi carrera”, afirmó, dispuesto a seguir el ejemplo de su compatriota y amigo Eric Abidal, que fue el francés que se coronó campeón de Europa hace un año en Londres con el Barcelona.

El Bayern espera un Chelsea ultradefensivo, al modo del equipo que consiguió frenar precisamente al Barça en las semifinales del mes de abril (1-0 en Stamford Bridge, 2-2 en la vuelta en Cataluña).

Por ello, Ribery tendrá que ser especialmente rápido, hábil en el regate e inteligente en la búsqueda de espacios si quiere ser determinante.

En caso de conquistar la ‘Champions’, añadiría este gran éxito a un palmarés personal donde hasta ahora destacan los torneos nacionales en Alemania, especialmente los ‘dobletes’ Bundesliga-Copa de 2008 y 2010.

Esta temporada también ha sido el año en el que Ribery ha aprendido a sentirse cómodo, gracias en gran medida al conciliador y veterano entrenador Jupp Heynckes, con el que ha congeniado mucho mejor que con el anterior técnico, el explosivo e irascible Louis Van Gaal.

La grada de Múnich le dedica sonoras ovaciones a la mínima ocasión, algo que contrasta con el recelo con el que se le recibe todavía en Francia, donde no se olvida su polémico papel en la rebelión interna que vivieron los ‘Bleus’ en Knysna, en plena concentración en el Mundial sudafricano, donde el equipo cayó eliminado en la primera fase.

Consciente de que es un momento de ‘todo o nada’, Ribery sabe que sólo noventa minutos, o algo más si hay prolongación, le separan de su gran sueño.