Algunos dueños de “coffee shops” de la ciudad holandesa de Maastricht, cerca de la frontera con Alemania y Bélgica, siguieron vendiendo cannabis a los turistas este martes, pese a entrar en vigor una ley que reserva el acceso de estos establecimientos a la población local.

“Vengan, pueden entrar sin ‘carné cannabis’, estamos abiertos para todos”, dice Marc Josemans, propietario de Easy Going, uno de los 14 coffee shops de Maastricht, dirigiéndose a una veintena de personas concentradas frente a la puerta de su negocio.

El coffee shop es un negocio en el que se puede comprar en el mostrador marihuana y hachís, ambos derivados del cannabis, y pipas, porros ya preparados u otros artículos para fumar.

Dos belgas de 25 años, oriundas de Lieja, a unos 30 km al sur de Maastricht, salen del Easy Going con cinco gramos de cannabis cada una, el máximo legal de venta y de consumo en Holanda desde 1976.

Las dos mujeres forman parte de los 1,4 millones de turistas de la droga, principalmente belgas, alemanes y franceses, que cada año viajan a Maastricht para comprar cannabis.

“Algunos beben un vaso de vino por placer, nuestro placer es fumar un porro”, afirman las dos jóvenes, que dicen fumar marihuana a diario.

Willy, un belga de 53 años que vive en Eupen, en el este de Bélgica, vino para “apoyar” a Marc Josemans y su acción.

“Soy consumidor de cannabis desde hace 30 años y tengo un cáncer de próstata. Necesito cannabis para relajarme”, cuenta Willy.

Los otros coffee shops de la ciudad estaban cerrados el martes para protestar contra la nueva legislación, que obliga a los 670 coffee shops holandeses a convertirse en “clubes privados” de un máximo de 2.000 miembros domiciliados en holanda y mayores de 18 años.

Marc Josemans estima que la nueva legislación obligará a los propietarios de los coffee shops de la ciudad, que emplean a 440 personas, a prescindir de una parte del personal.

En presencia de numerosos clientes y periodistas holandeses y extranjeros, Josemans anunció que había recibido una carta de la policía, intimándolo a acatar la ley en un plazo de 24 horas, lo que provocó abucheos entre los consumidores.

“Por supuesto que no lo voy a hacer. Mañana voy a hacer exactamente lo mismo y el alcalde se verá obligado a cerrar mi negocio durante un mes”, augura Josemans, que preside la Asociación de Coffee Shops de Maastricht y anuncia que va a recurrir a la justicia.

El gobierno holandés estableció el “carné cannabis” para luchar contra las molestias -embotellamientos, ruidos nocturnos, venta de droga callejera- provocadas por la afluencia de millones de extranjeros que vienen a comprar cannabis a Holanda.

La nueva legislación entró en vigor el martes en las provincias del sur de Holanda -Limburgo, Zelanda y Brabante del Norte- y entrará en vigor en 2013 en el resto del país.

Josemans sostiene que el “carné cannabis” no va a terminar con las molestias y, en cambio, va a desarrollar la venta callejera destinada a los clientes extranjeros.

Las 2 jóvenes belgas están de acuerdo con Josemans y confiesan a la AFP que recurrirán a la compra ilegal para abastecerse en cannabis porque no piensan dejar de fumar.