Ya desde hace tiempo, está en boca de todos la discusión sobre el aborto. Para que se entienda bien, pido disculpas por redundar en la palabra “aborto”.

Lo que me lleva a escribir este artículo, es ver la ceguera y la mente cerrada de quienes se oponen, por sobre todas las cosas al aborto terapéutico. Me refiero a ciertos “honorables” de la derecha política chilena, grupos religiosos como el Opus Dei y la misma Iglesia Católica. Por ello, expondré mi visión, que sé, que es la más cercana a la de la gente hoy en día.

Soy un crítico de ellos frente a su postura, pero mi opinión es personal y puede no representar a más de alguno. Yo tolero las diferencias de ideas, pero rechazo la inconsecuencia.

No soy un experto en el tema, pero lo que grafico en esta líneas, es la conducta de quienes predican contra el aborto, pero bajo cuerda, algunos de ellos lo llevan igual a la práctica.

Antes de entrar en detalle, primero quiero definir que el “aborto” es, según la Organización Mundial de la salud (OMS), la terminación de la gestación espontánea o natural, y la inducida o provocada de un embarazo antes de la vigésima semana, con un peso menor de 500 gramos y no viable. (Hay datos en que varían el número de semanas de gestación).

Segundo, lo que se refiere a “aborto terapéutico“, es aquel que se justifica por razones médicas. Se pueden distinguir en este concepto, varios significados, como por ejemplo, cuando la continuación de un embarazo o el parto significa un riesgo grave para la vida de la madre; para salvar la salud física o mental cuando se ven amenazadas por el embarazo o parto; cuando hay riesgo de enfermedad de tipo congénita para el hijo y así evitar el nacimiento de un niño que pueda padecer distintos tipos de incapacidades; y la reducción de fetos en un embarazo múltiple, hasta llegar a un número viable y aceptable para el embarazo.

Para mí no es sorprendente, que senadores de la Alianza como Carlos Larraín, Juan Antonio Coloma, Alejandro García Huidobro, Francisco Chahuán, Ena Von Baer, entre otros, y alguno de la DC, se opongan a discutir sobre el aborto terapéutico. Lo que es grave e inconcebible y que denigra el cargo de Senador de la República, es escuchar a doña Ena declarar, que “la mujer no tiene derecho a interrumpir el embarazo, porque sólo presta el cuerpo”.

Estos parlamentarios representan a la masa conservadora del país, por ende, muy identificados con la clase alta chilena. En el caso de los DC, es su cercanía con la Iglesia.

Agrego que varios de la UDI son miembros activos del Opus Dei, grupo religioso que forma parte de la iglesia, que difunde la enseñanza católica, en que todos son llamados a hacerse santos, y que la vida diaria es el camino a la santidad. Fuertemente criticado en Europa y América Latina, por su proselitismo agresivo, sectarios y difusores de actitudes de la ultraderecha política.

Generalmente, aparte de los mencionados, quienes parten de los que hablan en contra del aborto, son familias acomodadas, que van a misa el día domingo. Muchos de ellos rezan y se confiesan, pero ya a la salida, hay varios pecando. La idea es aparentar, pero ¿cuántos de ellos son infieles, mienten, roban o inventan fórmulas truchas para evadir impuestos, se olvidan de la biblia y de sus oraciones? Clasistas por naturaleza, ególatras y que presumen conductas éticas y morales.

Si usted les pregunta a ellos si se oponen al aborto terapéutico, la mayoría les responderá que sí. Explicaciones varias y argumentos, que si bien no estoy de acuerdo, los tolero.

Pero lo que molesta es su hipocresía. Estos mismos parlamentarios que se oponen al aborto, deben tener amigos, que se insertan en las siguientes preguntas:

¿Cuántos de ellos tienen hijos que inician su vida sexual en la adolescencia y pagan médicos aborteros, para que sus hijas no tengan sus guaguas? ¿Cuántos de ellos, van por la píldora del día después? ¿Qué hacen cuando se violan a una hija? ¿Cuántos de ellos dejan embarazadas a sus amantes y las hacen abortar, para evitar ser descubiertos por sus propias familias? Y aquí estamos hablando del aborto a secas.

Entonces, más confuso es aún, que rechacen el aborto terapéutico. Si practican lo descrito en el párrafo anterior, como no aceptan que una madre que pone en riesgo su vida a causa de una enfermedad gestacional, o que arriesga a tener un hijo con múltiples discapacidades, no pueda interrumpir su embarazo. Aquí se les está prohibiendo a la madre, la oportunidad de elegir o tomar una decisión, cuando se ven enfrentadas a una situación dolorosa y delicada. Eso demuestra la incoherencia, y a la vez, la ignorancia frente al tema.

Es de manifiesto que la típica discusión cuando se aborda el aborto terapéutico, es si es en la concepción, en el intermedio o al nacer. Por eso, me parece de un egoísmo tremendo que estos políticos, actúen en base a criterio personal y no pensando en la mujer que se puede ver afectada por un situación como ésta. ¿Acaso no son los mismos que se oponían a ley de divorcio? Sí, ellos son, quienes predican, pero varios de ellos no lo practican.

Otro punto clave es la educación sexual. Si bien, el tema se ha introducido en la enseñanza escolar, pero pienso que no se ha tratado en la forma suficiente. En países desarrollados desde pequeños en la educación secundaria se les habla del anticonceptivo, de los tipos de aborto, en qué consiste y el por qué se discute su aceptación o rechazo.

Por otra parte, la Iglesia muy cuestionada en los últimos tiempos, y que ampara a pedófilos, se opone a cualquier tipo de aborto, ya que según sus códigos, ello implica matar. Chile es uno de los países más católicos en América, y la iglesia es muy influyente en la política y temas sociales, lo que explica el lobby que hace para que los parlamentarios se opongan a su aprobación.

El Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, declara que nadie tiene derecho de quitarle la vida a alguien, hecho a la imagen y semejanza de Dios, rechazando de pleno el aborto por enfermedad. Agrega en sus dichos, que si una mujer es objeto de violación, la condena a ese acto, no puede traducirse en el asesinato de quien está por nacer.

Para rematar más aún el tema, este fin de semana recién pasado, el presidente Sebastián Piñera declaró su rechazo a cualquier tipo de aborto. Estos dichos los hizo en la asamblea de la UDI. En verdad, es difícil creer en su afirmación, ya que me huele más a hacerle la pata al gremialismo, como forma de apaciguar los ánimos algo caldeados entre ellos, en el último tiempo.

En conclusión, si nuestros políticos influyentes, autoridades o la misma iglesia, no se ponen a la altura de analizar la posibilidad de legalizar el aborto terapéutico, estarán mintiéndose entre ellos mismos. Esto, porque sólo se basan en sus argumentos egoístas y cegados, demostrando ignorancia a la vez, al aceptar poner en riesgo la vida de una madre.

Remato reiterando que quienes rechazan el aborto terapéutico y lo califican como asesinato, por Dios que son estos mismos, los que han destruido muchas vidas en forma oscura, como la Iglesia que ampara a curas pedófilos que abusan de los niños, de padres que hacen abortar a una hija para no ser mal visto en su entorno social.

La hipocresía es grosera. En la mayoría de los que se oponen a este tipo de aborto, no les creo. Porque si se vieran envuelto en una situación así, estoy seguro, que se olvidan de la predica y lo harán igual.

Víctor Huidobro es periodista. Vive en Santiago y escribe regularmente en su blog, El Nada Serio. Tiene su cuenta de Twitter en @elnadaserio