El consumo de alcohol en bebedores habituales o excesivos, libera una importante cantidad de endorfinas, que les lleva a ser cada vez más receptivos al placer con la ingesta de estas bebidas.

Así lo determinó un reciente estudio realizado en personas por investigadores de la Universidad de California, ratificando lo que hasta ahora se conjeturaba a raíz de pruebas sólo en animales, según recoge ABC.

De esta forma, se establece el mecanismo biológico que hace aumentar la dependencia, a través del consumo y recompensa, reacciones que hacen que algunas personas sientan la necesidad de beber más y otras no.

La doctora Jennifer Mitchel tomó a 13 bebedores en exceso y 12 no bebedores, a quienes sometió a un escáner, antes y después que cada persona tomara una moderada cantidad de alcohol.

En todos ellos, el alcohol generó la liberación de opioides en el núcleo accumbens y la corteza orbitofrontal, las zonas del cerebro relacionadas a la recompensa, siendo la primera evidencia de que estas bebidas hace a la gente sentirse bien, indicó la especialista.

La diferencia entre ambos grupos estuvo en que la liberación de endorfinas en la corteza orbitofrontal provocó un mayor sentimiento de intoxicación en los bebedores habituales, lo que no sucedió en los no bebedores.

Por ello, los científicos evidenciaron que el placer de beber alcohol se acrecienta con el paso del tiempo, generando a la vez dependencia. Con estos resultados, se espera mejorar los tratamientos para combatir la adicción con nuevas herramientas.