El Consorcio de la Fruta ya cuenta con cinco programas de mejoramiento genético, disponiendo de plantas en proceso de evaluación, de uva de mesa, carozos, manzanos y frambuesos.

Su objetivo central es aumentar la rentabilidad y competitividad de las principales frutas nacionales de exportación, tal como los duraznos, nectarines, ciruelos, manzanos, cerezos, uvas de mesa y berries (frambuesas). Para ello, trabaja en mejorar —con la creación de nuevas variedades— la calidad, color, calibre y la condición de llegada a los mercados de destino.

“Los programas están enfocados al desarrollo de nuevos productos, pero a su vez, persiguen resolver los principales problemas de productividad del sector y responder a las necesidades de la industria frutícola”, sostiene Jaime Kong, gerente general del Consorcio.

El ejecutivo afirma que, a través de la creación del Consorcio, la inversión privada en I+D en el sector frutícola ha aumentado en un 34%, sobre la base existente hasta 2005.

En lo específico, el trabajo apunta, además de los atributos de calidad de fruta, a generar variedades con características distintivas como: uva de mesa resistente a botritys; carozos tolerantes al daño por frío durante el viaje; cerezos tempraneros para extender la temporada y zonas del cultivo con tolerancia a pitting; frambuesas de mayor vida de poscosecha y manzanas resistentes a venturia.

La industria frutícola local es un actor relevante a nivel mundial, representando hoy cerca del 50% de la fruta fresca exportada desde el hemisferio sur, considerando los envíos de carozos, kiwis, uvas, manzanas, paltos y peras. Chile, además, es el primer exportador mundial de ciruelas frescas y el quinto en duraznos y nectarines.

De acuerdo a las últimas cifras de ODEPA, en el período enero-noviembre, las exportaciones del sector generaron retornos por US$3.409 millones, 4,7% por sobre los registrados en igual lapso del 2010.