¿Se ha aprovechado Alemania del euro? La mayoría de los expertos responden que sí, pero destacan que la moneda única no es la única razón del éxito del modelo económico de la locomotora europea, basado en la exportación.

La primera en reconocer los beneficios de la divisa europea es la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel: “En tanto que nación exportadora, Alemania se ha beneficiado especialmente del euro. Esto no sólo vale para las grandes empresas, sino también para las pymes”, destacó en su último discurso ante los diputados alemanes en el Bundestag.

Maquinaria, productos químicos, camiones, coches… Alemania vende a todo el mundo productos manufacturados de alto valor añadido. Y gracias a la zona euro, su principal mercado, Alemania ha acabado con los seguros por cambio de moneda, las provisiones para prevenirse contra las pérdidas por las devaluaciones.

“Con una zona monetaria unida, tranquila, todas las incertidumbres sobre las tasas de cambio desaparecen”, constata Henrik Uterwedde, director adjunto del Instituto franco-alemán de Ludwigsburg.

“Alrededor del 40% de sus exportaciones están destinadas a la zona euro y el 20% al resto de la Unión Europea, donde algunos países poseen divisas ligadas al euro”, como la corona danesa o el lat letón, indica Ferdinand Fichtner, economista en uno de los grandes institutos alemanes de coyuntura, el DIW de Berlín.

Cerca de tres millones de empleos en Alemania dependen de las exportaciones hacia la zona euro y otros 4,4 millones de las exportaciones hacia la Unión Europea (UE), según un estudio del instituto de investigación Prognos, publicado recientemente por el diario alemán Handelsblatt.

En la zona euro, el comercio se estimuló con la llegada de la moneda única, subrayaba recientemente el gabinete McKinsey, que imputaba los dos tercios del crecimiento alemán en la última década a la introducción del euro.

Además, los países del sur de la eurozona, tradicionalmente más sometidos a la inflación, se han beneficiado de condiciones de crédito más ventajosas, gracias a las tasas de interés únicas fijadas por el Banco Central Europeo (BCE), impulsándoles a comprar bienes alemanes.

Al igual que cuando el marco alemán formaba parte de las divisas refugio, como actualmente lo es el franco suizo, el euro es también menos susceptible de apreciarse con fuerza en el mercado de divisas. “Por consecuencia, los productos exportados se benefician de ventajas competitivas”, estima Frank Mattern, director de McKinsey Alemania.

No obstante, la economía alemana no debe su éxito sólo al euro. La prueba es la reciente fanfarronada del presidente de la federación de exportadores alemanes Anton Börner: “¿Que si hay una vida para Alemania después de euro? Sí, hay una”.

En el mismo sentido, el instituto IFO, con sede en Munich, relativiza regularmente el interés del euro por la primera economía del continente.

Para esta institución, Alemania, que no dispone de un salario mínimo por ley, se habría aprovechado sobre todo de sus esfuerzos por contener los salarios.

Durante años, los sindicatos aceptaron la moderación salarial para preservar empleos, especialmente aquellos amenazados por la deslocalización de empresas.

Las reformas del gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder, aplicadas en 2003 para contener el desempleo, que en esos momentos afectaba al 9% de la población activa, relanzaron la competitividad de un país que se consideraba entonces el enfermo de Europa.

Retrasando progresivamente la edad de jubilación, reduciendo la indemnización por desempleo y disminuyendo las cotizaciones sociales, Alemania ha moderado sus costes y superado a sus vecinos que no aplicaron en su momento la misma poción amarga.