La oposición siria saludó el domingo como “un paso” hacia la democracia la decisión de la Liga Árabe de suspender la participación de Siria, ante la cólera de los partidarios del presidente Bashar al Asad, que manifestaron el domingo y atacaron varias embajadas.

El domingo, el secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, de visita en Trípoli, declaró que esa institución estudiaba “la instauración de un mecanismo para proteger a los civiles en Siria”, sin dar más detalles.

Por otra parte, Siria pidió la convocatoria de una cumbre árabe urgente para “resolver la crisis” que afecta al país desde mediados de marzo.

Una reunión extraordinaria de los ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe tendrá lugar el 16 de noviembre en Rabat, anunció el domingo el portavoz de la cancillería argelina, Amar Belani.

“Hemos decidido una reunión de los ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe el 16 de noviembre en Rabat sobre Siria”, declaró Belani a la AFP.

El gobierno sirio también invitó en un comunicado oficial a los países árabes a enviar ministros para observar personalmente la situación y supervisar la aplicación del plan de salida de la crisis propuesto por la Liga Árabe.

Durante la noche del sábado, cientos del partidarios del régimen atacaron a las embajadas de Arabia Saudita, Qatar y Turquía en Damasco, así como las misiones diplomáticas francesas en Latakia (noroeste) y Alep (norte), desencadenando protestas de esos cuatro países.

Turquía decidió evacuar a las familias de sus diplomáticos y al personal que no sea fundamental.

Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres, militantes partidarios de la democracia trataron de organizar contramanifestaciones, pero fueron blanco de los disparos de las fuerzas de seguridad, que dejaron seis muertos en Hama (centro) y otro en Deir Ezzor (este).

Por otra parte, las fuerzas del régimen mataron a cuatro civiles el domingo, tres en Homs (centro), centro de la contestación, y otro en la región de Idleb (noroeste), mientras que presuntos desertores mataron a dos agentes de la seguridad en Homs, de acuerdo con la OSDH.

El sábado, la Liga Árabe suspendió la participación de Siria en sus reuniones y la amenazó con sanciones, un grave revés para Damasco, debido a que el régimen se negaba a aplicar –tal como había prometido– el plan árabe que prevé en primer lugar el cese de la violencia.

Unos mil sirios partidarios de Asad manifestaron el domingo en Líbano ante la embajada siria, llevando retratos de Asad y de su aliado chiita libanés Hasan Nasralá, jefe del Hezbolá.

Los opositores al régimen se congratularon por la decisión de la Liga Árabe. El Consejo Nacional Sirio (CNS), que agrupa a la mayor parte de las corrientes opositoras, afirmó que las decisiones árabes eran “un paso en la dirección correcta, y una acusación clara contra el régimen sirio que comete asesinatos y destrucciones”.

El sábado, 18 de los 22 miembros de la Liga Árabe llamaron a adoptar sanciones económicas y políticas contra Siria e invitaron a la oposición a reunirse en la sede de la Liga en El Cairo tres días más tarde para consultas.

El CNS dijo estar “dispuesto a negociar la transición de Siria en el marco de la Liga Árabe, de manera tal que Bashar al Asad entregue el poder a un gobierno democrático representativo del pueblo sirio, que no incluirá a ningún elemento del régimen cuyas manos estén manchadas de sangre”.

Turquía lamentó “la actitud del gobierno sirio” y pidió a la comunidad internacional que actúe con “una sola voz” ante la situación en Siria.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, aplaudió el “valiente” llamado efectuado por la Liga Árabe para detener la violencia en Siria y dijo que las tropas del presidente Bashar al Asad deben cesar los ataques a civiles, informó el domingo su portavoz.

Según la ONU, la represión dejó más de 3.500 muertos en Siria desde el comienzo de la revuelta, a mediados de marzo.