El vicepresidente peruano Omar Chehade anunció este martes que “no ejercerá sus funciones”, lo que equivale a una licencia, mientras duren las investigaciones de la Fiscalía y del Congreso sobre un escándalo de tráfico de influencias.

El anuncio se produjo dos días después de que el presidente Ollanta Humala le pidiera “dar un paso al costado” por un caso en el que está envuelto y que daña la imagen del gobierno.

“Mientras duren las investigaciones sobre mi persona que realizan la Fiscalía y tres comisiones del Congreso, no ejerceré las funciones de segundo vicepresidente”, dijo Chehade en un comunicado.

“Considero que no es pertinente formular renuncia a tal investidura, dado que soy inocente de los cargos atribuidos”, señaló además en el documento.

El vicepresidente es investigado en la Fiscalía y en el Congreso por presuntamente expresar interés -ante unos altos oficiales de la policía a los que había invitado a una cena- en desalojar a los trabajadores de una cooperativa azucarera de las tierras que ocupan desde hace tres años para entregarlas al poderoso grupo empresarial Wong.

El caso de esa cooperativa azucarera está en manos de la Justicia, que debe decidir el destino de las tierras.

La acusación fue hecha por el general de la policía Guillermo Arteta, que pocos días después de esa cena, a comienzo de octubre, fue dado de baja junto con una treintena de oficiales. Tras la baja, Arteta hizo la denuncia.

Una subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso acordó este lunes abrir investigación a Chehade por cuatro supuestos delitos: tráfico de influencias, patrocinio ilegal, cohecho activo y falsedad genérica.

El vicepresidente, que es también congresista, denunció ser víctima de una campaña de demolición mediática para liquidarlo políticamente, aunque no precisó qué medios de comunicación ni políticos estarían envueltos en esa campaña.

“Confío en que mi inocencia será confirmada pese al cargamontón mediático y al linchamiento político del que vengo siendo víctima por algunos sectores que han optado por demoler mi imagen pública sin tomar en cuenta mi trayectoria de lucha contra la corrupción”, afirmó.

El escándalo en torno a Chehade, un abogado de 41 años, no ha dejado de crecer y dañar la imagen del gobierno desde que estalló, a fines de octubre, dada la cobertura que adquirió.

En un intento de controlar los daños, el presidente Humala le pidió el domingo que se aleje por propia voluntad de su cargo para defenderse de las acusaciones del general retirado.

“Creemos que lo mejor sería que dé un paso al costado, pero eso tiene que nacer de él”, dijo el mandatario en un mensaje televisivo.

Humala justificó el no haber pedido a Chehade su renuncia porque dijo ser respetuoso de las investigaciones en marcha y no poder adelantar juicios.

“Invoco a la opinión pública a respetar el principio de presunción de inocencia”, señaló Chehade este martes en su comunicado, al insistir en que no cometió ningún delito.

Chehade es segundo vicepresidente, un cargo de poca relevancia en Perú, ya que no ejerce funciones en el Poder Ejecutivo y rara vez reemplaza al presidente en caso de viaje de éste al exterior. La primera vicepresidenta es Marisol Espinoza.

El vicepresidente de Humala se hizo conocido en 2007 cuando integró la procuraduría anticorrupción que impulsó la extradición desde Chile del ex presidente Alberto Fujimori (2000-2010). Desde entonces empezó una carrera política.

El 28 de julio pasado Chehade juró su cargo como congresista invocando a”Dios, la lucha anticorrupción y los descamisados de la patria”.