Túnez, vanguardia de la llamada “primavera árabe”, vota el domingo para elegir una Asamblea Constituyente, histórica elección nueve meses después de la caída de Zine El Abidine Ben Ali, expulsado del poder por un movimiento popular al cabo de 23 años de poder absoluto.

El desarrollo del comicio se inició este jueves con el sufragio de los tunecinos en el extranjero, que votarán en consulados y embajadas durante tres días y hasta el sábado.

La inmolación el 17 de diciembre de Mohamed Bouazizi, joven vendedor ambulante de Sidi Bouzid (centro oeste), provocó un levantamiento popular que inicialmente nadie hubiera imaginado que haría caer al régimen 28 días después.

El presidente Ben Alí, fuertemente apoyado por las grandes potencias occidentales por su supuesto papel de baluarte contra el islamismo y de aval del “milagro económico” tunecino, huyó del país el 14 de enero para refugiarse en Arabia Saudí.

Después de un periodo de tensa transición, marcado por huelgas y estallidos de violencia, los tunecinos culminan el domingo el primer capítulo de la revolución al elegir una Asamblea Constituyente de 217 miembros.

En total 7,3 millones de electores potenciales deben pronunciarse frente a unas 1.500 listas de partidos y personas independientes que, en líneas generales, declaran los mismos valores de libertad, democracia y justicia social.

La futura asamblea tendrá como tarea principal la redacción de una nueva Constitución, la tercera en Túnez después de las de 1861 y 1959. Ella elegirá también un presidente provisorio que designará un primer ministro a la cabeza de un gobierno de transición que permanecerá hasta la celebración de elecciones generales.

La elección está organizada por una comisión independiente que actúa en lugar del ministerio del Interior, descalificado por el fraude electoral que practicó durante años.

El modo de elección proporcional fue adoptado para favorecer a los pequeños partidos entre los cientos que aparecieron desde enero.

El partido islamista Ennahda, ilegal durante largo tiempo, es el gran favorito según los sondeos. Frente a los temores que genera, se ha dado una imagen de moderado y propone un gobierno de amplia unidad “donde todos los tunecinos estará representados”.

El Partido Demócrata Progresista (PDP, centro izquierda) cuyo líder Ahmed Néjib Chebbi había enfrentado directamente a Ben Alí, se presenta como la principal alternativa a Ennahda.

El Ettakatol (Foro), allegado al Partido Socialista francés, es conducido por su líder Mustafá Ben Jaafar.

En la izquierda, el Polo Demócrata Modernoista, Ettajdid (ex communista), reúne a cinco pequeñas formaciones en torno a un proyecto laico.

El Partido Comunista de los Obreros Tunecinos (PCOT, extrema izquierda) va conducido por Radia Nasraoui, renombrada abogada y esposa del líder de PCOT Hamma Hammami. Es una de las escasas mujeres que encabezan una lista a pesar de la obligatoria paridad hombres-mujeres.

Otra de las fuerzas está integrada por los herederos declarados o no de la Unión Constitucional Democrática (RCD), partido de Ben Alí disuelto después de su caída.

Un número importante de “independientes” que se presentan traduce, según los expertos, la desconfianza frente a los partidos sospechosos de querer aprovecharse de los frutos de una revolución de la que no fueron los promotores.

La gran incógnita de estos comicios es la participación.