Diez civiles murieron este miércoles en la represión en Siria, que criticó duramente a la Liga Árabe, acusada de “desestabilizar” el régimen sirio.

Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), cuatro personas murieron por disparos de una milicia civil en un barrio de Homs (centro), uno de los focos del movimiento opositor iniciado a mediados de marzo en Siria.

El régimen del presidente Bashar al Asad ha confiado un papel de primer plano a esas milicias civiles para contener la insurrección popular.

Otros cuatro civiles murieron a manos de las fuerzas de seguridad en unos registros en la ciudad de Quseir, en la región de Homs. Dos civiles más fueron abatidos por balas perdidas cerca de esa ciudad, donde desde el lunes se producen enfrentamientos entre el ejército regular y hombres armados que serían desertores, según el Observatorio.

Desde mediados de marzo, más de 3.000 civiles han muerto en la represión del movimiento opositor, según la ONU.

Por su lado, el régimen sirio hizo una dura crítica a la Liga Árabe, que el 16 de octubre invitó al gobierno y la oposición a celebrar “una conferencia de diálogo nacional” en un plazo de 15 días en El Cairo, para poner fin a la violencia, “cumplir las aspiraciones legítimas del pueblo sirio y el cambio deseado” y “evitar una intervención extranjera”.

“Ya no sorprende ver a la Liga Árabe, que se supone debe concentrarse en la acción árabe común, transformarse en un instrumento de injusticia para desestabilizar Siria”, escribió el diario gubernamental As Saura.

Según el diario, la organización con sede en la capital egipcia se ha “convertido en rehén de las fuerzas dominantes, que actúan según una agenda dictada por países agresores como Estados Unidos e Israel y sus aliados europeos”.