Los dirigentes de la Eurozona, presionados por los mercados financieros tras un verano negro en las bolsas mundiales, intentan aportar respuestas concretas a la crisis de la deuda, que la semana próxima estará en la agenda de la canciller alemana y el presidente francés.

El lunes y martes, los ministros de Finanzas de la Eurozona habrán de reunirse en Luxemburgo y cabe la posibilidad de que el Banco Central Europeo (BCE) anuncie el jueves medidas favorables a la reactivación económica y a los bancos.

También el jueves, tendrá lugar en Berlín una cumbre sobre la reforma del sistema monetario internacional en la que participarán, entre otros, dirigentes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del BCE.

En Grecia, se realiza este domingo una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros convocada por el primer ministro Giorgos Papandreou.

El objetivo es evitar que Grecia caiga en cesación de pagos y que situaciones comparables se vuelvan a producir en la zona euro, por ejemplo en Italia o España, que son la tercera y cuarta economías de la Eurozona.

“El fracaso de Grecia sería el fracaso de toda Europa”, advirtió el viernes el presidente francés, Nicolas Sarkozy. “No es posible dejar caer a Grecia por razones morales y económicas”, insistió el mandatario.

Asimismo, Sarkozy dijo que viajará “a Alemania en los próximos días” para discutir con la canciller Angela Merkel la manera de “acelerar la integración económica de la zona euro y aplicar lo más rápidamente posible” las medidas de apoyo a Grecia y la moneda única decididas el 21 de julio.

“Hay un elevado escepticismo sobre la capacidad de los políticos para solucionar la crisis en la zona euro. Se necesitan indicaciones fuertes y claras”, estimó por su parte Nicolas Veron, economista del Instituto Bruegel.

Así, las bolsas mundiales registraron una de sus más fuertes bajas trimestrales desde la crisis financiera de 2008 provocada por la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers.

El Dow Jones, principal índice de Wall Street, sufrió una caída de 12% entre julio y setiembre, la más alta desde principios de 2009.

En este contexto, los inversores reclaman resultados concretos ante la crisis de las finanzas públicas.

Esto implica, entre otras cosas, que su refuerce el Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FEEF), según algunos economistas. Para ello, los 17 gobiernos y parlamentos de la Unión Monetaria deben aceptar que se amplíen las competencias de este fondo, el cual podrá comprar en el mercado secundario deuda de los países en dificultades.

Tras la aprobación de Alemania, el Parlamento austríaco también lo aprobó el viernes.

Tres países aún no han votado: Holanda, Malta y Eslovaquia. En este último país, está previsto que el Parlamento vote el 25 de octubre.

No obstante, los dirigentes europeos prometieron a Estados Unidos y a los países emergentes que estas medidas entrarían en vigencia a más tardar a mediados de octubre.

Por otra parte, muchos expertos consideran insuficiente el volumen del fondo, sobre todo si tuviera que acudir en ayuda de Italia o de España, economías mucho mayores que las de Grecia, Portugal o Irlanda.

Pero varios países, entre ellos Alemania — primer contribuyente del FEEF, con garantías de 200.000 millones de euros — no están de acuerdo. En efecto, la garantía aportada al Fondo puede ser contabilizada como deuda pública, lo que puede afectar la calificación crediticia de los países más sólidos, como Alemania o Francia.

“El fondo de rescate europeo tiene un tope de 440.000 millones de euros, 211.000 millones corresponden a Alemania. Y nada más”, declaró el sábado el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble.