Todo dueño de un gato sabe que, pese a ser adorables, pueden ser creaturas bastante cínicas. Claro: uno se encuentra con el jarrón roto en el piso, y ellos simplemente se quedan de pie al lado con su mejor mirada angelical.

Pero si de cinismo se trata nadie le gana a este minino políglota, que al parecer se divierte “ladrándole” a los vecinos… hasta que lo sorprende su dueño, momento en que recupera sus inocentes maullidos.

Por eso nunca hay que dejarlos cuidando la pescadería. O la carnicería. O una tienda de lanas.

http://youtu.be/aP3gzee1cps