El presidente Barack Obama arribó este martes a Puerto Rico para una corta visita de cinco horas, la primera de un mandatario estadounidense en medio siglo a ese estado asociado, donde lo esperaban manifestaciones tanto a favor de la independencia como de la anexión.

“Cuando el pueblo de Puerto Rico tome una decisión clara, mi gobierno estará a su lado”, declaró Obama en el aeropuerto Múñiz, pocos minutos después de llegar procedente de Miami, lo que provocó aplausos de la multitud.

Obama recordó así que Puerto Rico tiene la posibilidad de celebrar una serie de plesbicitos para definir si quiere seguir asociado a la metrópoli, como desde 1952, ser anexionado o lograr la independencia.

Es la primera visita de un presidente estadounidense desde el recordado viaje de John F. Kennedy en 1961.

Obama tenía previsto un encuentro con el gobernador puertorriqueño, Luis Fortuño, en la histórica mansión de La Fortaleza de la capital, San Juan.

Posteriormente asistirá a una cena destinada a recaudar fondos para el Partido Demócrata y regresará el mismo martes en la noche a Washington.

La Casa Blanca ha querido mostrar que la visita se enmarca en los esfuerzos del gobierno por mejorar la situación económica en la isla, donde el desempleo supera el 16%, muy por encima de la media estadounidense de 9,1%.

Dos manifestaciones tenían lugar en el Viejo San Juan: una para reclamar la independencia de Puerto Rico y otra, la liberación de presos boricuas en cárceles de Estados Unidos.

Al menos seis activistas fueron arrestados el lunes luego de subir a postes del alumbrado para colocar pancartas en la avenida por la que pasará la caravana de Obama, donde las autoridades locales han establecido un importante dispositivo de seguridad que se extiende en todo el recorrido entre el aeropuerto y La Fortaleza.

Un millar de personas convocadas por el Partido Independentista se encontraban agrupadas desde la mañana del martes en la Plaza Colón, cercana a un punto del itinerario de la caravana.

Los manifestantes que apoyan la independencia de la isla cedida por España a Estados Unidos tras la guerra en 1898, portaban pancartas en las que se leía “Yankee go home”.

Otra protesta pedía la liberación de los que consideran presos políticos, Oscar López Rivera, quien ya ha cumplido 30 años por conspiración sediciosa, y los hermanos Avelino y Norberto González Claudio, considerados miembros del clandestino Ejército Popular Boricua (EPB-Macheteros).

Otro grupo manifestaba un poco más lejos, en la plaza del Quinto Centenario.

Por su parte, anexionistas tendrán un acto frente a la Asamblea Legislativa para realizar una “exaltación de la bandera” estadounidense.

A finales de 2009 Obama dio un nuevo impulso a un grupo de trabajo presidencial para Puerto Rico, creado por Bill Clinton en 2000, que en marzo pasado abogó por una decisión definitiva sobre el estatus de Puerto Rico a través de plebiscitos.

Si la isla de alrededor de 4 millones de habitantes decidiera que debe cambiar su actual estatuto, se convocaría a un plebiscito para que los electores opten entre la independencia plena, la asociación con Estados Unidos sin sometimiento a las cláusulas territoriales actuales, o la entrada plena en la Unión como un estado más.

El Congreso estadounidense también discute un proyecto de ley que autoriza un referéndum para que los puertorriqueños voten sobre su futuro.

El gobernador Fortuño ha aclarado que la visita de Obama “no es una visita de Estado”, por lo que hará en la isla actividades similares a las que hace en cualquier ciudad norteamericana.

“La presencia de un presidente” estadounidense “de ascendencia africana en Puerto Rico no tiene ninguna trascendencia, es un mensaje negativo pretender ser neutral en la colonia más antigua del mundo”, declaró a la AFP el secretario de Asuntos para Estados Unidos del Partido Independentista (PIP), Manuel Rodríguez.

Por su parte, el senador Eduardo Bhatia, del Partido Popular Democrático, repudió la postura de los independentistas y pidió “acercarse” a la Casa Blanca para adelantar propuestas.

La visita le servirá a Obama para movilizar al electorado hispano. Aunque los puertorriqueños en la isla no pueden votar en las presidenciales, sí lo pueden hacer aquellos que tengan residencia en un estado continental.

Se estima que 4,8 millones de puertorriqueños viven en Estados Unidos continental.