Keiko Fujimori, primera dama de Perú a los 19 años y congresista a los 31, se encamina a los 36 a disputar la segunda vuelta electoral este domingo con Ollanta Humala, continuando una precoz carrera política forjada a la sombra de su padre, el ex presidente Alberto Fujimori.

Para bien o para mal recibe la herencia de su padre, quien en su gobierno (1990-2000) derrotó a la guerrilla de Sendero Luminoso y a la hiperinflación pero ahora está preso en una guarnición policial de Lima condenado a 25 años de cárcel como autor intelectual de dos matanzas en que murieron 25 personas.

La candidata apela a recoger lo bueno de lo que ha definido como “el mejor gobierno de la historia en Perú” y deslindarse de la larga ristra de historias de corrupción y violación de DDHH que caracterizaron el gobierno de su padre.

Acompañada por varios de los funcionarios de aquella época, espera con expectativa saber si la apuesta le alcanzará para convertirse en la primera mujer presidenta de Perú.

En 1994, a los 19 años, Keiko se vio lanzada en forma abrupta a la vida política cuando Fujimori y su esposa, Susana Higuchi, se separaron. El presidente le propuso ser primera dama, un cargo no oficial que le dio visibilidad.

Alternó el cargo con estudios de administración de negocios en Estados Unidos, que se han convertido en una fuente de gran polémica, con investigaciones sobre si fueron pagados con dineros públicos, aunque nunca ha sido encausada por ello.

Cuando su padre renunció por fax desde Japón en noviembre de 2000, Keiko se hallaba en el palacio presidencial y plantó cara a los medios.

Luego, cuando el ex presidente repentinamente viajó en 2005 a Chile y fue detenido, Keiko se vio obligada a entrar una vez más en la arena, participando en la elección parlamentaria de 2006.

El resultado fue sorprendente: con unos 690.000 sufragios, obtuvo la mayor votación de los 120 congresistas, triplicando al segundo más votado.

Nacida en Lima el 25 de mayo de 1975, ahora aspira a la presidencia “con un estilo tranquilo que recuerda a una niña que está por hacer la primera comunión”, según definió el analista político Carlos Reyna para la AFP.

Obligada a responder una y otra vez sobre su padre, ha adquirido el hábito de la paciencia, y sólo se la vio desencajada cuando en abril de 2009 éste fue sentenciado a 25 años de prisión.

“Siento vergüenza del tribunal que condenó injustamente a mi padre, el mejor presidente que ha tenido Perú”, dijo ante las cámaras.

Fuera de ello conserva siempre una expresión imperturbable, aún cuando se mencionen las atrocidades del gobierno de su padre.

Muchos peruanos odian lo que Keiko Fujimori representa. El premio Nobel Mario Vargas Llosa participa en la campaña electoral para ayudar a evitar que “la hija del dictador y ladrón” gane en esta segunda vuelta.

Vargas Llosa fue derrotado por Fujimori en la segunda vuelta de la elección presidencial de 1990 por un amplio margen de votos: 62% contra 38%.

“Creo que el odio y los rencores no llevan a nada, y él, que dice ser tan demócrata, tiene que respetar las opiniones de aquellas personas que no coinciden con su forma de pensar”, le respondió Keiko.

Otro escritor, Jaime Bayly, también presentador de televisión, anunció su voto por Keiko, a quien definió como “una mujer que no se ha metido en esta contienda electoral por ambición sino por amor a su padre, aún a expensas de complicar su vida personal y familiar”.

“Cuánto quisiera que si llego a los 72 años, mis hijas me quieran como Keiko Fujimori quiere a su padre”, remata Bayly.

Keiko tiene tres hermanos: Kenji (elegido congresista en abril con la mayor votación), Sachi Marcela y Hiro (ambos ajenos a la política).

Casada con el estadounidense Mark Vito Villanella, tienen dos pequeñas hijas, Kiara y Kaori.