Once presuntos miembros de Al Qaida y seis policías murieron en la noche del sábado en Bagdad durante un motín en una cárcel provocado por el hombre acusado de haber organizado un atentado contra una catedral siriaca católica de la capital, se supo el domingo en fuentes oficiales.

El motín y el tiroteo que siguió se produjeron en momentos en que las fuerzas de seguridad temían un aumento de las actividades de la rama iraquí de esta red islamista después de la muerte de su jefe Osama Bin Laden.

El motín, que duró varias horas en un centro de detención de la unidad de lucha antiterrorista del ministerio del Interior, costó la vida a cuatro oficiales.

Entre los muertos figura el general Moayed Al Sayed, jefe de esta unidad para el sector de Karrada, y otros cuatro agentes, precisó el general Qassem Atta, portavoz de la comandancia de operaciones de Bagdad.

“Este incidente había sido bien preparado”, afirmó en conferencia de prensa. “Los criminales eran todos miembros eminentes del Estado islámico en Irak (rama iraquí de Al Qaida).

El primer ministro ordenó la creación de una comisión de investigación.

El motín fue provocado por Huthaifa al-Bataui, acusado en particular de haber coordinado el sangriento ataque contra la catedral siriaca católica de Bagdad, el 31 de octubre de 2010, donde murieron 46 fieles y siete miembros de las fuerzas de seguridad.

Cuando fue detenido en noviembre junto a otros 11 presuntos miembros de Al Qaida fue presentado por las autoridades como el jefe para Bagdad del Estado islámico en Irak.

El sábado, hacia las 22 horas (19H00 GMT), Bataui consiguió apoderarse del arma de un teniente que lo conducía para ser interrogado, explicó Atta.

Bataui mató al oficial y liberó a varios otros de los detenidos en noviembre.

Los amotinados mataron luego al general Saleh y a otros oficiales.

Cuatro de los amotinados trataron de huir pero las fuerzas de seguridad, que llegaron al lugar, los mataron. Los otros siete se atrincheraron en la prisión hasta que el último de ellos fue muerto hacia las 04H30 (1H30 GMT).

“Su expediente había sido enviado a la justicia el 24 de abril, pero ayer, el general Moayed pidió que Bataui fuese interrogado sobre otro caso”, explicó el general Atta.

Un alto responsable iraquí del contra-terrorismo había dado antes una versión muy cercana de los acontecimientos, destacando sin embargo que cinco prisioneros habían sido muertos cuando trataban de huir de la cárcel.

También había evocado un balance de diez prisioneros y ocho policías muertos, antes de indicar que dos de los agentes estaban en realidad gravemente heridos.

En el centro de detención había 220 prisioneros de los cuales 238 miembros presuntos de la red Al Qaida.

Después de la muerte de Osama bin Laden, las medidas de seguridad fueron reforzadas en Irak, donde Al Qaida sigue teniendo la capacidad de efectuar operaciones sangrientas, a pesar de las derrotas sufridas por la organización en los últimos años.

La nebulosa islamista también es sospechosa del atentado suicida con coche bomba del jueves contra un puesto policial en Hilla, en el que murieron 24 policías.

Este motín podría hacer resurgir, una vez más, el interrogante sobre la capacidad de las fuerzas iraquíes para asumir la seguridad, cuando faltan menos de ocho meses para que se vayan los 45.000 soldados estadounidenses aún presentes en Irak.