El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recibe este martes a su homólogo chino Hu Jintao, mandatario de un país criticado por Washington por no respetar las normas internacionales y, al mismo tiempo, imposible de ignorar dado su peso económico, militar y geopolítico.

Obama y Hu cenarán en forma privada el martes antes de que inicie el miércoles la visita oficial del mandatario chino, coronada con una cena de Estado en la Casa Blanca.

Subrayar y aplaudir los puntos en común, tomar nota de los desacuerdos sin que constituya un motivo de ruptura, éste ha sido el objetivo de la diplomacia estadounidense frente a Pekín desde que Obama asumió el poder en 2009, quien se encontrará con Hu cara a cara por octava vez.

Pero la búsqueda de un equilibro entre las dos grandes potencias desde el inicio del siglo XXI no se lleva cabo sin sobresaltos, como lo demostró el año pasado.

Muchos fueron los temas de discordia: el valor del yuan -injustamente desvalorizado para favorecer las exportaciones chinas según Washington-; la situación de los derechos humanos; el acceso a internet en China; la cuestión tibetana; las reivindicaciones marítimas de Pekín frente a los aliados estadounidenses; las restricciones de las exportaciones mineras estratégicas y la venta de armas de Estados Unidos a Taiwán.

Tras un 2010 caótico, “iniciamos este encuentro cuando las dos partes desean estabilidad en su relación”, explicó Michael Green, experto del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington.

De acuerdo con Green, “China ha variado, al menos tácticamente, su posición sobre varias cuestiones” como el yuan, “que se apreció un 3,9% desde junio”.

La reciente visita del secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, a Pekín ha permitido relanzar la cooperación entre los dos ejércitos y China ha adoptado un tono más conciliador frente a países aliados de Washington.

En unas declaraciones publicadas el domingo, Hu aseguró a dos periódicos estadounidenses que “las dos partes deben mantener el buen rumbo hacia el desarrollo de sus relaciones, aumentar los intercambios, reforzar la confianza mutua (y) buscar terrenos de entendimiento pese a las divergencias”.

Pero Green advierte sobre la generación de una expectativa demasiado importante acerca de la visita de Estado de Hu, puesto que el presidente chino debe traspasar el poder entre fines de 2012 y principios de 2013.

El encuentro no modificará en profundidad las relaciones sino-estadounidenses, según el experto, visto los ámbitos en los que pueden cooperan ambos países.

Según el vicepresidente de la Fundación Carnegie, Douglas Paal, esta visita es también delicada para Obama desde el punto de vista de la política doméstica, ya que la campaña para los comicios presidenciales de 2012 empezará pronto.

El Partido Demócrata del presidente sufrió una cruda derrota en las elecciones legislativas de noviembre pasado, en las que los republicanos utilizaron a China como arma electoral.

Reforzados en el Congreso, “los republicanos atacarán (a Obama) si se muestra muy débil frente a China, pero también le atacarán si no actúa correctamente”, explicó Paal.

El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibirá a Hu el martes en la base aérea de Andrews, cerca de Washington, y en un hecho poco común, se realizará una cena privada el martes por la noche a la que acudirán el matrimonio Obama, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el consejero de Seguridad Nacional, Tom Donilon.

El miércoles, cuando inicie la gira oficial, será una jornada totalmente dedicada a la delegación china: vistosa ceremonia de bienvenida, reunión bilateral, rueda de prensa y cena de Estado.

Hu se trasladará luego a Chicago para sostener reuniones con empresarios.