El gobierno de Irán cuestionó el lunes las “consecuencias” de la oferta brasileña de asilar a una iraní condenada a muerte por lapidación, y se preguntó si “Brasil tiene que tener (…) un lugar para criminales de otros países”, en una nota de prensa de su embajada en Brasilia.

“Con relación a la presencia o al exilio de (la condenada) Sakineh Mohamadi en Brasil, es necesario considerar algunos puntos y cuestiones significativas. ¿Cuáles son las consecuencias de este tipo de tratamiento con los criminales y asesinos?”, se pregunta el gobierno de Irán en su comunicado.

“¿Este acto no promoverá y no alentará a criminales a practicar crímenes?”, añadió.

“¿Será que la sociedad brasileña y Brasil tienen que tener, en el futuro, un lugar para los criminales de otros países en su territorio?”, cuestiona asimismo.

Brasil e Irán intercambiaron varios mensajes en las últimas semanas por el caso de Sakineh Mohamadi Ashtiani, de 43 años y madre de dos hijos, condenada a morir a pedradas en Irán por adulterio y también acusada de homicidio.

Su sentencia causó conmoción en todo el mundo y llevó al presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, que mantiene un diálogo abierto con Irán, a ofrecer acogerla en Brasil, un país en donde el refugio y el asilo político son tradición.

“Si mi amistad y el respeto que tengo por el presidente de Irán (Mahmud Ahmadinejad) y por el pueblo iraní valen algo, si esta mujer causa malestar, podríamos recibirla en Brasil”, había dicho Lula.

Irán, a través de voceros oficiales, descartó aceptar la oferta, y luego dijo que no hubo una propuesta formal para recibir a la mujer, punto que fue a su vez desmentido por el canciller brasileño, Celso Amorim.

Según la nota difundida el lunes, Irán “considera las declaraciones y el llamado” de Lula “un pedido de un país amigo”, que atribuyó a “sentimientos puramente humanitarios” del mandatario brasileño.