Los datos de crecimiento en el cuarto trimestre en Estados Unidos fueron revisados al alza, pero esta mejoría oculta la debilidad de una economía todavía fuertemente dependiente del plan de reactivación gubernamental y del apoyo de la Reserva Federal.

Nueva York / wikipedia.org

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En los tres últimos meses del año, el PIB estadounidense creció 5,9% en ritmo anual en relación al trimestre anterior, de acuerdo a la segunda estimación del departamento de Comercio.

Es mejor que lo previsto por los analistas, que apostaban al mantenimiento de la previsión inicial de crecimiento, de 5,7%.

Sin embargo, aunque la economía ciertamente se reforzó durante los 3 meses del otoño (el alza del PIB había sido de 2,2% en el tercer trimestre), las cifras publicadas este viernes por Comercio son menos positivas que las de la primera estimación publicada a fines de enero.

Lo esencial de esta revisión al alza se debe, sin embargo, a los efectos contables vinculados a los stocks. El simple hecho de que las empresas se hayan desembarazado más lentamente de las existencias que en el tercer trimestre, aportó 3,88 puntos de crecimiento al país, lo que representa cerca de dos tercios del alza del PIB en el otoño boreal.

Casi todos los componentes del PIB fueron revisados a la baja, comenzando por el consumo de los hogares, motor tradicional de la economía estadounidense, que se desaceleró a 1,7%, luego de un alza de 2,8% en el tercer trimestre.

La contribución del comercio exterior al crecimiento y el alza de las inversiones de los hogares en el sector inmobiliario aparecen menos elevados que en la primera estimación. En lo que respecta a la reducción de los gastos públicos, también se acentuó.

Principalmente, la demanda total de las empresas y las familias aparece más débil, con un alza de 1,9% solamente en ritmo anual.

“No demasiado alentador”, estimó Ian Shepherdson, economista del instituto HFE, en momentos en que numerosos indicadores publicados desde comienzos de año (e incluso este viernes con la caída de la reventa de viviendas y un descenso de la confianza de los consumidores) muestran la fragilidad de la economía estadounidense.

Los datos de Comercio refuerzan la idea de una recuperación todavía “superficial” según la expresión empleada el jueves por Sandra Pianalto, una de las gobernadoras de la Reserva Federal (Fed).

En la misma jornada, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, había considerado que la recuperación es todavía “naciente”.

En concordancia con una previsión por parte del banco central de un crecimiento lento en 2010, en un margen de 2,8 a 3,5% en ritmo anual a fin de año, Bernanke dio una visión poco alentadora de la coyuntura, con persistencia de un mercado laboral en una situación “muy mala”, que necesitará durante largo tiempo el mantenimiento de una tasa directriz muy baja (actualmente se sitúa cerca de cero).

La analista del banco Natixis, Ina Mufteeva prevé una fuerte desaceleración del crecimiento desde el primer trimestre, estimando que la misma se intensificará en el segundo semestre con la desaparición de los últimos efectos del plan de reactivación presupuestaria y la persistencia de una demanda interna frágil en ausencia de una verdadera recuperación del mercado laboral.

La única noticia realmente buena aportada por los datos del PIB es la de una recuperación de las inversiones por parte de las empresas mucho más fuerte que en la primera estimación.

“Pero las empresas deben estar convencidas de que la expansión continuará si se quiere que contribuyan a una recuperación impulsada por la inversión”, estimó Augustine Fouchier, analista de Moody’s Economy.com.