La JIFE llamó la atención, en su informe anual, sobre la propagación del fenómeno de las “drogas de la violación” que consiste en administrar sin que las víctimas se den cuenta unas sustancias para reducir su resistencia.

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“El fenómeno de las ‘drogas de la violación’ evoluciona rápidamente mientras que los agresores tratan de esquivar los controles más estrictos utilizando substancias que no están incluidas en las Convenciones Internacionales Relativas al control de la Drogas”, apunta el informe de esta agencia con sede en Viena.

Aunque las agresiones sexuales tras utilización del Rohypnol son cada vez menos frecuentes, según la JITE, cada vez se utilizan más otras substancias psicotrópicas que no están sometidas al control internacional – como el GHB y la ketamina- y que suponen una “amenaza grave”.

Para tratar de frenar el fenómeno, la Comisión de Estupefacientes de la JITE llamó a los gobiernos y a los grupos farmacéuticos a introducir colorantes o aromatizantes a estas substancias para que las potenciales víctimas pudieran ser advertidas de que su bebida ha sido alterada.

El abuso de medicinas que requieren receta médica, incluida la morfina, la codeína y la metadona, también se extendió estos últimos años hasta tal punto que en Estados Unidos, “hay más personas que consumen estas drogas que si se suman las que consumen heroína, cocaína y éxtasis”.

En Europa, en especial en Francia, Italia, Lituania y Polonia, entre el 10 y el 18% de los estudiantes utilizan sedantes o tranquilizantes sin receta médica.

En Alemania se evalúa a entre “1,4 y 1,9 millones el número de personas con dependencia a preparaciones farmacéuticas”, según el informe.

La JIFE también llamó en este contexto a actuar contra la proliferación de ciberfarmacias y de centrales de compra de medicamentos por internet, basados sobre todo en India, para bloquear circuitos de distribución ilícito.