Carteles de bienvenida, globos, abrazos y lágrimas: dos de las tres jóvenes secuestradas por tres hermanos durante una década en Cleveland, Ohio (norte), regresaron a sus casas este miércoles entre los aplausos y vítores de muchos vecinos.

Dos días después de ser liberadas por un vecino, Amanda Berry y Gina DeJesus se reecontraron con sus familiares, en tanto la policía interrogó a Ariel (de 52 años), Pedro (54) y Oneil Castro (50), sospechosos de raptar y mantener secuestradas a las mujeres durante diez años.

La tercera mujer secuestrada, Michelle Knight, de 32 años, cuya familia se ha dividido por la tragedia, parece estar en peores condiciones de salud que sus compañeras después de la terrible experiencia vivida y sigue por el momento hospitalizada, dijo la policía.

Amanda Berry, de 27 años, llegó sobre el mediodía en un automóvil escoltado por la policía a la casa de su hermana, con su hija nacida en cautiverio, Jocelyn, de seis años.

Pero no fue Amanda, sino su hermana, Beth Serrano, quien habló con los periodistas, mientras los canales de noticias transmitían el acontecimiento en vivo.

“Quiero dar las gracias al público y los medios de comunicación por su apoyo y ánimo en los últimos años. Ahora nuestra familia querría privacidad para que mi hermana, mi sobrina y yo podamos tener tiempo para recuperarnos”, dijo, antes de estallar en lágrimas.

“Este es un día feliz y también triste para Amanda porque su madre ya no está”, dijo un primo de ambas. La madre de Amanda, Louwana Miller, murió en marzo de 2006, “de dolor” por la pérdida de su hija, según sus allegados.

Dos miembros de la familia de una de las otras jóvenes secuestradas, Gina DeJesus, asistieron al emotivo regreso de Berry.

“Gina está muy tranquila, no habla mucho y todavía no la hemos ido a ver, queremos dejarla respirar después de todo lo que tuvo que pasar”, dijo Rosa García, de 50 años, prima de DeJesus. “Estamos contentos porque a pesar de haber mantenido la esperanza, una parte de nosotros pensaba que estaba muerta”.

“No queremos ser demasiado intrusivas”, agregó su hija Miriam. “Es un milagro que esto termine así”.

En la tarde, la muy esperada Gina DeJesus, de 23 años, regresó a su vez a la casa de sus padres. Allí también fue recibida con muchos globos, pancartas y serpentinas.

Ocultando su rostro debajo de una capucha amarilla, DeJesus salió del brazo de otra mujer del automóvil que la trasladó a su casa. Varias personas coreaban “¡Gina, Gina, Gina!” y se oían los clics de las cámaras.

La joven, que tenía sólo 14 años cuando fue secuestrada, parecía abrumada pero levantó el pulgar hacia la multitud antes de desaparecer en su casa.

“Me pellizco para creerlo”, dijo Nancy Ruiz, la madre de Gina, muy conmovida.

“No puedo describir la alegría que es verla, saber que está ahí. Este es mi mejor regalo del Día de la Madre”, dijo, en alusión al festejo del próximo domingo en Estados Unidos.

“Ahora les pedimos que sean pacientes, que nos den tiempo y respeten nuestra privacidad para que podamos recuperarnos. (…) También pedimos no ir a buscar venganza contra la familia de los sospechosos de este crimen. Dejen que que la policía haga su trabajo”, añadió.

Más temprano, una prima de los tres hermanos sospechosos del rapto y secuestro de las jóvenes había expresado su “malestar y vergüenza”, diciendo que su familia no sabía nada.

“En nombre de la familia Castro querría decir que todos realmente sentimos su pena por todo lo que sufrieron y si esto fue obra de miembros de nuestra familia, deben pagar” por ello, afirmó Maria Castro Montes.

“Por favor, no juzguen a una familia entera por las acciones de una persona y (…) a toda una comunidad o a toda una raza por las acciones de una persona”, agregó.

La tía de Gina, Sandra Ruiz, leyó un comunicado agradeciendo las “oraciones y apoyo” y el trabajo de la policía y el FBI.

Ruiz también emitió una petición sobre una cuarta mujer en Cleveland que continúa desaparecida.

“Ahora todos tenemos que juntarnos y mirar al lado, y regresar a otro miembro de una familia que falta, Ashley Summers, ¿de acuerdo?”, dijo Ruiz frente a la casa de su sobrina.