Continuaba turbia la situación del periodista de 41 años de edad, Julian Assange: Cuestión compleja y tenebrosa porque en el acoso a la embajada ecuatoriana en Londres está en juego la vida y el destino de un ser humano. Y en el meollo del asunto sigue tambaleándose el derecho de todos los ciudadanos del mundo a contar, ¡alguna vez!, con una información libre, transparente, sin trabas, sin trampas.

Ecuador es un país soberano. Por geografía e historia los ecuatorianos están unidos a los desposeídos de la Tierra. Los desheredados del sistema, como dijo Sartre cuando era joven y tercermundista. El gobierno de Rafael Correa Delgado al brindarle asilo al perseguido se enfrenta a otro gobierno que representa a un ex imperio ayer colonialista y carroñero, con bandera de piratería internacional. Era “la Gran Bretaña”. Ya no es más “gran” sino Inglaterra a secas, pero le queda un tufillo de bravuconería. Por su parte el Ecuador actual tampoco ya es un reo del triste subdesarrollo y el economista Correa de 49 años se confronta en permanentes tensiones contra grupos de poder.

Volvamos al conflicto diplomático. Todo apunta a que políticos y juristas no podrán hacerse los sordos. Que en esta confrontación y en los análisis del caso Assange se debe respetar el Derecho. Todos los derechos internacionales, todos los Tratados, todos los acuerdos, todos los convenios. Si así no fuera caeríamos –una vez más- en la barbarie. Y en el caso de Europa y los europeos caerían, una vez más, en ese fenómeno despreciable, el eurocentrismo.

Un sentimiento individual o colectivo: el sentirse ciudadanos satisfechos y orgullosos de su Viejo Mundo, únicos, superiores, valedores de la llamada civilización. El eurocentrismo es una forma primaria de mirarse el ombligo y actuar, a veces sin darse cuenta, con prepotencia, sobremanera una prepotencia intelectual.

Además en este caso del australiano Assange perseguido hay otro personaje de talla y pergaminos, también perseguido y acosado, el juez español Baltasar Garzón. Es él quien encabeza la defensa jurídica de Assange, el hombre que utilizó los instrumentos de la red global, abrió la Caja de Pandora. Aireó las maniobras ocultas de los gobiernos, sobre todo de los Estados Unidos de Norteamérica.

Garzón también es un magistrado odiado, perseguido y suspendido de sus funciones por sus propios pares, los jueces de la Península. Con sus prerrogativas y beneficios esos magistrados han permitido corrupción, prevaricaciones y delitos económicos a granel, sobre todo al amparo de los políticos de la Derecha. Garzón fue infatigable en la persecución. Por eso es un personaje incómodo. Y por eso, con artimañas, se lo sacaron de encima.

Garzón, no solamente ha actuado en su tierra. Desde su país, desafió al sistema jurídico internacional enjuiciando, por ejemplo, a uno de los peores criminales del siglo XX, a un intocable de nuestra zarandeada Concertación, a un viejo pájaro de cuentas de la Derecha neo liberal mapochina, a Pinochet. También llevó a los tribunales a generales torturadores y asesinos de Argentina. Y también defendió y sigue defendiendo a las víctimas de Franco y del franquismo, una pesadilla de nunca acabar.

En el caso Assange, la OEA también tiene la palabra y, por favor, que nadie cuestione su derecho a inmiscuirse y tratar el caso Wikileaks y velar por la vida del perseguido. Ya es hora que nuestro acicalado Insulza, presidente del organismo, demuestre pericia, firmeza y consecuencia.

No se trata de frivolizar el drama, de un hombre confinado en una estrecha habitación diplomática pero, hay otros flecos que son de un humor negro o más bien dicho de un humor triste.

Muchos miles de buenos ciudadanos europeos de a pie, con el ventarrón de noticias que mencionan a Londres y a Quito, han corrido a informarse en Internet: ¿Qué es eso, Ecuador? En calles o tertulias, Finlandia, Portugal, Alemania, ¡o la propia España! Estas preguntas parecieran propias de subnormales. Pero así es el juego. ¿Quito se encuentra en Méjico? ¿Ecuador es un país, o es una selva?. Una dama de Valencia saliendo de misa, inquirió a un reportero: “dígame… esos de allá, esos ecuatorianos, ¿hablan “nuestro” idioma?

Ante tanto revuelo WikiLeak es seguro que las mismas inquietudes geográficas apremian a millones de norteamericanos ¿Ecuador, qué es eso? Imagino la reacción de aquella ícono de peluquería, Sarah Palin, musa republicana. O del multimillonario Mitt Romney, perplejo, en consulta con Internet y sus asesores. ¿Dónde está eso, porque se llama Ecuador? Una pregunta con respuesta necesaria ahora que el magnate, sonrisa de tigre, busca desesperadamente votos latinos para su negocio presidencial.

El Reino Unido, debe y tiene que cumplir y respetar, entre otros tratados, la Convención del Refugiado. Los presuntos delitos sexuales que Suecia reclama a Julian Assange, suenan endebles, como un chiste de mal gusto, aunque el primer ministro sueco Frederik Reinfeldt se defienda como gato de espaldas. “Nuestra justicia es independiente”, dice. Más todo el mundo sabe que tras esa maroma se encuentra Estados Unidos y que en los aleteos lúgubres de la justicia Norteamericana, sin muchos preámbulos, se elimina al procesado, sobre todo si es negro.

Assange es rubio y habla inglés pero, con su organización, entró a saco en las entrañas del monstruo. WikiLeaks, creada el año 2006, es un esfuerzo tecnológico impresionante que ha puesto contra la pared a muchos campanudos gobiernos e instituciones. La falta de transparencia, la manipulación, el secretismo de los hechos (guerras, finanzas, personajes) alcanzará siempre niveles tremendos. El ciudadano medio queda fuera de juego. Mejor dicho quedaba porque Assange y los suyos abrieron puertas de par en par.

Oscar “El Monstruo” Vega

Periodista, escritor, corresponsal, reportero, editor, director e incluso repartidor de periódicos. Se inició en El Sur y La Discusión, para continuar en La Nación, Fortín Mapocho, La Época, Ercilla y Cauce. Actualmente reside en Portugal.