Las negociaciones en la ONU sobre la elaboración de un primer tratado sobre el comercio de armas convencionales terminaron este viernes sin arrojar resultados, pero serán retomadas ulteriormente, según el presidente de la conferencia.

“El texto que yo había propuesto era un proyecto de tratado, a algunos países no les gustaba pero la inmensa mayoría estaba de acuerdo”, se lamentó el argentino Roberto Garcia Moritán. “Seguiremos trabajando sobre esta base”, dijo.

La conferencia sobre el mercado armamentístico, que mueve 70.000 millones de dólares anuales, se inició a principios de julio y debía tomar sus decisiones por consenso entre los 193 países miembro de la ONU.

Cuando se le preguntó a Moritán sobre el seguimiento del asunto, indicó que una de las posibilidades es “pedir a la Asamblea General que tome una decisión” sobre la celebración de nuevas negociaciones y sus posibles fechas.

La próxima sesión de la Asamblea General tendrá lugar a fines de septiembre en Nueva York.

Las normas pretendían obligar a los países que venden armas a mantener un registro de sus transacciones y evaluar si las armas pueden llegar a ser utilizadas para cometer “violaciones graves de los derechos humanos”, atentados, o si pueden caer en manos del crimen organizado.

El tratado debía definir además los tipos de armamento que serían controlados, los criterios de evaluación y el dispositivo de control a utilizar, que seguiría dependiendo de cada país.

Las organizaciones no gubernamentales (ONG) se habían mostrado optimistas hasta el último momento. Según la Asociación por el Control del Armamento de Estados Unidos, “la última versión (del tratado) mostró avances, aun si algunos ajustes son necesarios”.

Para Widney Brown, directiva de la organización Amnistía Internacional, las lagunas que existían hasta ahora en el texto fueron “si no superadas, al menos reducidas”.

Las ONG habían criticado fuertemente el primer borrador presentado por Moritán, y se lamentaron por sus “escapatorias y ambigüedades”.

“Uno de los problemas mayores es que las transferencias de armas producto de acuerdos de defensa” entre países “corren riesgo de no ser incluidas en el tratado”, explicó Nicolas Vercken, de la ONG Oxfam de Francia.

“Las últimas ventas de armas de Rusia a Siria, realizadas en el marco de un contrato vigente, no podrían ser evitadas”, ejemplificó.

Otra laguna reside en que el texto no hace mención explícita a préstamos y donaciones. “A modo de ejemplo, sólo en 2010 Francia entregó armas a un mínimo de 17 países”, dijo.

Zobel Behalal mencionó también el caso de China, que cedió material militar a Sudán.

Algunos diplomáticos resaltaron la necesidad de sumar a los principales actores de este mercado (Europa, Estados Unidos, Rusia, China), para lo cual es inevitable que se produzcan regateos que puedan debilitar un futuro acuerdo.

Bajo presión de sus socios africanos, China aceptó que el tratado abarcara al armamento ligero, pero se negó a ir más lejos en puntos como los criterios de evaluación.

Las municiones, a su vez, no figuran en la lista de material cubierto como consecuencia de presiones de Estados Unidos, que produce 6.000 millones de balas por año.

Un pequeño grupo de países (entre ellos Siria, Argelia, Irán, Corea del Norte y Cuba) permanecen contrarios a la adopción de un tratado de cumplimiento obligatorio.

Tras el fracaso del acuerdo, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, se declaró el viernes “decepcionado” por la falta de acuerdo en la negociación.

“Es un retroceso” tras muchos años de trabajos preparatorios y cuatro semanas de negociaciones, sostuvo Ban, quien resaltó que “esto no significa el abandono” de buscar sellar un tratado porque los estados “han aceptado perseguir ese noble objetivo”.

“Ahora hay una convergencia considerable y los Estados pueden recurrir a la labor realizada durante estas intensas negociaciones”, opinó.