Un paciente con cáncer terminal murió en la sala de espera del Hospital Regional de Concepción. Mientras el médico de turno insistió en que se debió tratar el tema en el nivel primario, la familia del fallecido califica de deficiente la atención recibida en el establecimiento.

Todo comenzó con desesperados llamados a La Radio sobre una persona que había muerto en una silla de ruedas, en la sala de espera del citado hospital.

Se trataba de Juan Toro Espinoza de 55 años, paciente portador de un cáncer gástrico que se encontraba en una etapa terminal y que, según el médico jefe de turno, Gabriel Astete, recibió atención en una silla de ruedas porque su gravedad así lo ameritó. Pero asegura, que no había mucho que hacer por él.

Sin embargo la propia esposa de Juan, Norma Lavín, que esperaba en el ingreso a la Urgencia, confirmó que ellos fueron derivados desde su consultorio.

Espontáneamente la gente comenzó a manifestar su desazón con el tema, en momentos que la propia sala de espera, donde unas horas antes había estado sentado Juan en una silla de ruedas, presentaba un atochamiento importante.

Hacía el Some, una lista que casi alcanzaba la puerta y desde el interior, mientras unos hombres gritaban a viva voz los nombres de algunos familiares de los pacientes. Mientras, el resto esperaba escuchar su apellido.

Los médicos insisten en que la gente va por cualquier cosa a la urgencia, lo que termina colapsando el sistema. En tanto, los usuarios insisten en que la atención es inadecuada.

Hoy Norma Lavín acusa al sistema por su esposo fallecido, más que esa atención que en el Hospital dicen haberle dado, con infructuosos resultados, hay en sus palabras algo que exige dignidad.

Y aunque muchos hablen de tergiversación, hay realidades que se caen por su propio peso.