La OTAN puso el sábado la primera piedra de su salida de Afganistán al adoptar una estrategia para ceder el control de la seguridad entre 2011 y 2014 a las autoridades afganas, nueve años después de lanzar una guerra que todavía no ha sido ganada contra los talibanes.

“Hemos lanzado el proceso para que los afganos recuperen el control en su propia casa”, declaró el secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, en el segundo y último día de una cumbre de la organización en Lisboa.

“El objetivo es que las fuerzas afganas controlen el país para fines de 2014″, tras un proceso que se iniciará en el primer semestre de 2011 de forma gradual y “distrito por distrito”, precisó Rasmussen.

Estados Unidos y sus aliados reunidos en el seno de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) tienen desplegados unos 140.000 soldados en Afganistán, enzarzados en una lucha contra los talibanes y sus aliados de Al Qaida.

Los talibanes, derrocados del poder por la coalición internacional liderada por Estados Unidos a fines de 2001, reaccionaron este sábado a las decisiones tomadas en Lisboa al asegurar que la OTAN está “condenada a la derrota”.

El plan adoptado por los 28 dirigentes de la OTAN, el resto de 20 países miembros de la ISAF y el presidente afgano, Hamid Karzai, prevé que a medida que se traspase el control de la seguridad a las fuerzas afganas, las tropas extranjeras se vayan retirando del país.

Estados Unidos, que cuenta con un contingente de 100.000 efectivos, tiene previsto empezar a reducir su presencia en julio de 2011.

Pero los líderes de la OTAN quisieron dejar claro que el plan no supone una retirada total o sistemática del contingente extranjero después de 2014.

“Nos quedaremos después de la transición con un papel de apoyo”, dijo Rasmussen, tras suscribir con Karzai un “acuerdo a largo plazo entre la OTAN y Afganistán cuya validez se prolongará después de la misión de combate”.

“Que quede claro, si los talibanes o quien sea quieren echarnos del país, que se olviden. Nos quedaremos todo el tiempo que sea necesario para finalizar nuestro trabajo”, aseguró Rasmussen.

“Todavía tenemos muchos duros combates por delante” en Afganistán, advirtió por su parte un alto responsable de la Casa Blanca, precisando que el presidente Barack Obama todavía no ha decidido cambiar la naturaleza militar de la misión sobre el terreno.

Los ataques de la insurgencia han hecho de 2010 el año más mortal para las tropas aliadas, con 654 soldados fallecidos. Desde que se inició la campaña en 2001, más de 2.200 efectivos perdieron la vida en el país.

Con el fin de garantizar el éxito del proceso de “transición”, Obama pidió a los aliados el compromiso de enviar equipos suplementarios de instructores para formar a las fuerzas afganas.

Canadá ya indicó esta semana que su presencia militar de casi un millar de soldados será suplantada por una misión de instrucción y Portugal avanzó el sábado que desplegará unos 40 entrenadores más.

La OTAN confía en obtener suficientes fondos y entrenadores militares para aumentar el número de efectivos en las fuerzas afganas de 256.000 a 306.000 en los próximos doce meses.

Por su parte, Karzai aprovechó la cumbre para reiterar su llamamiento a Estados Unidos de que reduzca la intensidad de sus operaciones militares, especialmente las nocturnas conducidas por sus fuerzas especiales.

“Espero que las dificultades desaparecerán a medida que avancemos”, declaró Karzai a la prensa, interrogado sobre la cuestión.

Paralelamente, la OTAN abrió este sábado en la capital portuguesa una reunión con el presidente ruso, Dimitri Medvedev, con quien impulsó su cooperación sobre Afganistán.

Moscú acordó extender el acuerdo por el que permite el paso por su territorio de provisiones militares no letales de la Alianza hacia Afganistán, indicó Rasmussen.

La cumbre entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia es la primera desde el conflicto de agosto de 2008 en Georgia, cuyo gobierno, aliado de Estados Unidos, se enfrentó durante cinco días a dos provincias separatistas apoyadas por Moscú.