Las paletas, caramelos o chocolates pueden ser muy atractivos para los niños. Aunque un poco de dulzura no está mal, recuerda que hay cantidades recomendadas por especialistas que no deben exceder.

Asimismo, debes considerar que comer demasiadas golosinas llena el estómago de tu hijo, dejando menos espacio para los alimentos nutritivos que realmente necesita.

Según destaca la revista digital Todays Parent, los niños no deben consumir más de seis cucharaditas (24 gramos) de azúcares añadidos por día.

Sin embargo, eso no quiere decir que deban evitar completamente las golosinas. Todo se trata de que aprendan a disfrutar de ellas sin obsesionarse con el azúcar. En este contexto, la dietista y nutricionista Cara Rosenbloom, explicó que existen algunos errores que puedes estar cometiendo y cómo corregirlos:

No establecer pautas

En primer lugar, es necesario establecer un ritmo de alimentación saludable. No deben ser reglas súper estrictas o implacables, pero puedes aceptar que coman una golosina al día o varias veces a la semana y dejar que ellos decidan cuándo tomarla. Eso les dará algo de control.

No obstante, si le ofrecerás golosinas varias veces a la semana, intenta que no sean tan dañinas para su salud. Es mejor optar por una barra de granola o una galleta pequeña, que tienden a tener entre dos y tres cucharaditas de azúcar.

Debes considerar que si tu despensa está llena de pasteles y dulces, es más probable que tus hijos quieran esos productos y en ocasiones se obsesionen con ellos. En lugar de golosinas, es mejor tener en la cocina bocadillos nutritivos, como frutas, cereales integrales, yogur o frutos secos.

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Prohibirle las golosinas

Los estudios demuestran que prohibirle las golosinas a los niños, solo provoca que las deseen aún más. Recuerda que ese tipo de productos estarán presentes toda su vida, ya sea en la escuela o en una fiesta de cumpleaños.

“Los niños deben aprender a disfrutarlas con atención, lo que significa saborearla lentamente y detenerse cuando ya han comido suficiente para no atragantarse o tener dolor de estómago”, explica la especialista.

Del mismo modo, cuando tu hijo esté pidiendo dulces desesperadamente, es mejor distraerlo. “Jueguen, hagan un rompecabezas, construyan bloques o canten juntos. Muchas veces, el antojo pasará porque en realidad no tienen hambre, simplemente estaban aburridos”, recomienda.

Darles dulces como recompensa

“Si usas dulces para consolar a los niños tristes o premiar su buen comportamiento, ellos aprenderán a comer por razones distintas al hambre física y relacionarán la comida con elogios, tristeza o alegría“, advierte la nutricionista.

De ese modo, a medida que crezcan, cada vez que se sientan tristes o logren algo importante en sus vidas, ansiarán el azúcar. Por ese motivo, en lugar de darles golosinas, es mejor recompensar a los niños con abrazos, palabras amables, calcomanías o un libro que les guste.

Por otra parte, decir frases como: “cómete tu brócoli o no te darán helado”, le dará a entender al niño que el vegetal es asqueroso, pero que será recompensado con algo bueno por comerlo.

“Éste no es un buen precedente. En su lugar, trata de usar palabras y lenguaje corporal para transmitir que también puede disfrutar de las verduras, frutas y postres con el mismo entusiasmo“, apunta finalmente.