Tenía 23 años, un pasado tormentoso y una hija que era su vida entera. Todo se derrumbó para ella cuando un vecino violó y asesinó a la niña de 7 años. El sujeto confesó el hecho y, durante un año, la mujer planeó su venganza motivada por el dolor.

Su nombre, Marianne Bachmeier. Su vida, una suerte de dificultades, con una crianza que dejó secuelas emocionales y varias maternidades que no pudieron ser, hasta que llegó su hija Anna.

La mujer, que un día acabó con la vida del violador y asesino de su niña de tan sólo 7 años, nació en Sarstedt (1950), en el seno de una familia alemana muy disfuncional. Para ese entonces, la amenaza nazi era parte de un pasado reciente y perturbador.

Sin embargo, el padre de Marianne era miembro del Partido Nacionalsocialista y parte de los Escuadrones de Protección, ligados a Heinrich Himmler, mano derecha de Hitler.

Con el paso de los años, eso la distanció de su progenitor, una vez radicados en Lübeck (norte alemán). Su historia vital tiene que ver, además, con una madre ausente de ella, emocionalmente hablando.

Todo lo anterior tuvo consecuencias. Cuando tenía 16 años, la joven quedó embarazada de su novio, quien al enterarse de la noticia, huyó sin dejar rastro. Sus padres la obligaron a dar en adopción a la criatura.

No pasaría mucho tiempo para que volviera a confesarles un nuevo embarazo, en circunstancias similares al primero. Su segundo hijo también fue a dar a un hogar de adopción por orden de sus progenitores.

En 1973, la joven que aún vivía con sus padres (a sus 23 años) quedó por tercera vez embarazada. Parecía ser que, tras su tercer alumbramiento, el bebé correría con la misma suerte que sus otros dos hermanos. Pero, esta vez, Marianne se reveló y se fue a tener a la que sería su hija Anna.

Siete años después, un depredador sexual le robaría la felicidad que ambas construyeron, tras un pasado tormentoso.

Marianne Bachmeier y su hija Anna, antes de ser violada y estrangulada.
El Tiempo

Marianne Bachmeier: la madre que perdió a su hija en un abrir y cerrar de ojos

La de Marianne Bachmeier es una historia estremecedora, publicada por varios medios internacionales como El Tiempo de Colombia y El Comercio, de Perú.

En esta, se relata que una mañana en Lübeck, cuando Marianne intentó hacer que su hija Anna, de 7 años, fuera al colegio, la niña se negó rotundamente. Le dijo que todo lo que quería era jugar en el parque.

Madre e hija tenían una vida tranquila. La mujer estaba consagrada a su pequeña, dispuesta a darle la vida que en su niñez no pudo tener.

Marianne dejó que la menor fuera a jugar con otros niños. Sin embargo, el plan de Anna era visitar la casa de un carnicero local, un vecino cercano identificado como Klaus Grabowski.

El sujeto le había dicho que si iba a visitarlo, le permitiría jugar con sus gatos. Cuando la niña llegó, este la encerró en la casa. La violó, según los reportes de la época, en varias ocasiones. Para no dejar rastro, la estranguló y planeó llevar su cuerpo a un afluente cercano.

No era la primera vez que cometía un vil acto. Grabowski, quien ahora vivía del lado federal alemán, fue condenado por la violación y asesinato de 2 niñas en 1976. Lo habrían sometido a la castración química, pero los informes de esa época aseguran que se recuperó con una dieta hormonal, algo que no está confirmado.

Cuando el sujeto recuperó su libertad, por circunstancias no esclarecidas, más allá de la mala decisión judicial, se radicó con una novia y puso una carnicería.

El 5 de mayo de 1980 cometió un nuevo vejamen, teniendo como blanco a Anna. La culpa lo invadió en algún momento y le confesó a su pareja lo que hizo. Acto seguido, confiadamente, partió a una cervecería de la zona. La mujer lo denunció inmediatamente a la policía, que lo ubicó cuando bebía cerveza. Poco después se sabría todo y una madre que ya había puesto la denuncia por la desaparición de su hija, se sumió en el dolor por la violación y cruel asesinato de esta.

Klaus Grabowski, violó y asesinó a Anna Bachmeier de 4 años en Alemania.
El Tiempo

Marianne Bachmeier y la justicia por su propia mano

En la comisaría, Klaus Grabowski confesó rápidamente lo que hizo con Anna. Sin embargo, tuvo la osadía de decir que la niña lo había seducido y que tuvo que matarla porque esta (con tan sólo 7 años) intentó chantajearlo a cambio de no confesarle a su madre que le realizó tocamientos indebidos. Según el sujeto, no violó a la menor.

Marianne Bachmeier se iba enterando poco a poco de los perturbadores y dolorosos detalles de la violación y el asesinato de su hija. El dolor, no obstante, no impidió que comenzara a gestar un plan para vengarse del hombre que prácticamente le arrebató su vida.

Según la información registrada hace más de 40 años sobre este caso, la mujer se hizo de un arma Beretta M1934, de fabricación italiana.

Durante un año estuvo practicando tiro y, a la vez, asistía al juicio en contra de su verdugo. Vio sigilosamente desfilar a una serie de testigos, escuchando discretamente, pero sumida en dolor e ira, los detalles del trágico final de su hija.

Cuando el juicio asomaba un desenlace, Marianne ingresó una mañana a tribunales. Iba con paso firme y fundada, además de su arma que escondió bien, en un gran abrigo claro. La tenida era una fachada de su premeditado plan a punto de percutar, literalmente hablando.

Tras burlar los controles de revisión, la mujer ingresó a la sala y se paró en dirección al estrado donde el juez haría sus descargos, pero ella tenía varios más en mente. En cuestión de segundos, sacó su Beretta y disparó por la espalda contra el violador y asesino de su hija, en 8 ocasiones, ante el pánico generalizado del tribunal.


Recreación para la película documental de 1983 “Der Fall Bachmeier: Keine Zeit für Tränen” (El Caso Bachmeier: No hay tiempo para lágrimas).

Siete de los impactos terminaron con la vida de Grabowski. El octavo se salió del cargador. Cuando todos recobraron (relativamente) la calma, la sujetaron fuerte y le quitaron el arma. La mujer, no obstante, había concluido el plan para vengar su hija Anna. Era el 6 de mayo de 1981, un año y un día después de que le fuera arrebatada su hija.

Posteriormente, la mujer se lamentó de no haberle disparado al hombre frente a frente. Marianne no quiso esperar por justicia y debió pagar por ello.

La muerte de Marianne Bachmeier

Marianne Bachmeier fue encarcelada y enjuiciada tras disparar al violador de su hija, pese a que sus abogados hicieron lo posible por hacer ver al juez de la causa, que ella actuó motivada por el dolor.

No obstante, la parte acusadora se aferró al entrenamiento de un año en el manejo de un arma, por parte de la mujer, para asegurar que esta actuó con premeditación.

Finalmente, fue sentenciada a 6 años de prisión, pero fue liberada bajo fianza a la mitad de su condena.

Las primeras declaraciones que ofreció, tras salir de su encierro, confirmaron lo ocurrido en mayo de 1981, al reseñar que actuó con premeditación. Ella intentó marcar una diferencia entre su crimen y el de violar y asesinar a un niño, como lo hizo Klaus Grabowski con su hija.

“Creo que es una gran diferencia si mato a una niña porque tengo miedo de tener que ir a prisión por el resto de mi vida. Y luego también el ‘cómo’, es decir, que me paro detrás de la chica y la estrangulo, que se desprende literalmente de su declaración: ‘Escucho que algo sale de su nariz, luego tiro más fuerte, entonces ya no puedo quitar la vista de su cuerpo"”, declaró.

Bachmeier murió en 1996. Tenía 46 años cuando llegó su fin, debido a un cáncer de páncreas. Pidió que la enterraran al lado de Anna, la niña que por siete años le dio un sentido a su vida y que un violador le quitó en un abrir y cerrar de ojos.

Anna Bachmeier cumpliría 8 años en 1980. Fue violada y asesinada por Klaus Grabowski.
Clarín