La vida para los hombres de la familia Burleigh nunca fue fácil. Esto lo vivió Patrick (34), un adulto estadounidense que desde niño tuvo que ver cómo su cuerpo se desarrollaba mucho más rápido que el de los demás, llegando a lucir casi siete años mayor que el resto.

Su caso ha sido tomado por diversos medios en Estados Unidos e Inglaterra, los cuales han descrito que su problema se debía a una mutación genética que hizo que él desarrollara un mal denominado como “pubertad precoz”.

Según detalló el diario inglés Daily Mail, el hombre comenzó a sufrir desde que era un infante una variable de esta mutación, que se conoce como testotoxicosis y hace que los testículos comiencen a producir testosterona de forma anticipada.

No es una condición muy común en el mundo, ya que se estima que la padecen solamente 1.000 personas, por lo que tampoco ha sido ampliamente estudiada por científicos.

En este caso, el citado medio consignó que esta condición ha acompañado a la familia Burleigh desde varias generaciones atrás. El propio Patrick indicó que su padre y abuelo paterno también la padecieron.

Patrick a los 2 años | Daily Mail
Patrick a los 2 años | Daily Mail

La desconocida enfermedad hizo que el joven pasara por la etapa de pubertad a los dos años y que cuando cumplió los 12 tuviera las características físicas de un adolescente de 16.

Como era de esperarse, la situación hizo que desde niño él se sintiera completamente fuera de lugar. Era demasiado grande para jugar con los otros niños. A esto sumaba el hecho de sentir que no encajaba en la escuela.

Si bien a los tres años tuvo un nivel de testosterona que era propio de un niño de 14. Su edad mental seguía siendo la de un pequeño indefenso.

En entrevista con la BBC, el protagonista de la historia indicó que su niñez fue bastante dura, ya que nunca pudo sentirse a gusto con su entorno.

“Estaba yendo a clase de natación y mi madre me llevó a los vestuarios femeninos porque yo tenía cuatro años, pero parecía mucho mayor. Una mujer nos regañó y empezó a hablar a gritos, avergonzándonos”.

Fue cuando tuvo 7 años, que su madre supo por un amigo que el National Institutes of Health de Maryland estaba realizando estudios en pacientes con condiciones genéticas atípicas.

Patrick a los 14 años | Daily Mail
Patrick a los 14 años | Daily Mail

Los científicos decidieron aceptar su caso y comenzaron las pruebas. Los dos tuvieron que viajar desde Nueva York hasta Maryland cada seis meses y pasar en exámenes por dos semanas consecutivas.

Estos consistían en medir el tamaño de sus testículos para poder identificar su edad corporal y elaborar una medicina que pudiera controlar los efectos de la testotoxicosis. Comenzaron a probar con diversos cócteles de químicos y ver sus efectos.

Patrick recuerda que cuando él tenía 10 años los investigadores lograron dar con la dosis correcta de medicamentos para ralentizar los cambios corporales de los que él era objeto.

“Tenía que tomar muchas pastillas y durante mucho tiempo me ponían una inyección en la pierna todas las noches. Si estaba durmiendo en casa de un amigo, mi madre aparecía para ponérmela y se volvía a casa”, indicó a BBC.

Estuvo medicado hasta los 12 años, si bien los cambios físicos eran un poco menos evidentes parecía ya un joven de 17 y comenzó a tener problemas en el colegio.

Debido a que tenía curiosidades distintas a las de alguien de 12, como pelear o beber alcohol, comenzó a ser tachado como un niño problemático dentro del establecimiento.

Patrick a los 8 años | The Cut
Patrick a los 8 años | The Cut

Aunque lo peor vino cuando, a esa misma edad, probó por primera vez las drogas, pero no fue cualquiera, ya que tuvo contacto con el LSD, indicándole luego a sus amigos que era una experiencia espectacular.

En una entrevista con el medio estadounidense The Cut, Burleigh indicó que uno de sus amigos tuvo un desmayo producto de haber consumido esta sustancia. Una vez que todos estuvieron ante el director de la escuela, el chico tuvo que confesar que él había dado esa sustancia a su amigo.

“Me arrestaron. Me hicieron salir del colegio esposado y me metieron en un coche de policía. Fue un punto de inflexión en mi vida”, expresó.

Desde ese momento comenzó la etapa más compleja de su vida, ya que tuvo que tomar exámenes libres debido a que no era aceptado en ninguna primaria, debido a su condición y su comportamiento.

El propio Patrick confiesa que la pubertad fue “la peor época” de su vida, ya que los cambios hormonales no lo dejaban pensar con claridad, a lo que se sumaba la evidente diferencia física con sus pares.

Fueron años complejos hasta que cumplió 15 años y llegó la etapa de adolescencia. Se vio a sí mismo como un joven mayor, pero las diferencias evidentes con los demás se habían ido por completo.

Decidió asistir al psiquiatra una vez por mes para contar como habían sido sus sensaciones durante los últimos años. El médico le indicó que debía hablar ese tema con su padre, quien había sufrido esa condición en su infancia también.

Patrick a los 28 años | The Cut
Patrick a los 28 años | The Cut

Si bien el hombre era reacio a hablar ese tema, por vergüenza, “Pat” pudo ver por primera vez que no era algo que le ocurriera únicamente a él, por lo que podía salir adelante si dejaba de verse como un “extraño en el mundo”.

“Lo más importante fue que después de una década la pubertad se fue de mí. La ‘montaña rusa’ de hormonas finalmente se fue, por lo que me calmé. Pude ver mi presente más tranquilamente. De hecho, por primera vez vi mi futuro”, expresó.

A eso sumó el único consejo que le dio su padre en su vida: “No importa qué tan buena o mala haya sido la etapa de la pubertad, lo importante es lo que haces ahora y cómo fuiste capaz de salir adelante”.

Fue así como el joven decidió seguir sus estudios de forma particular y a los 17 ingresó a Dartmouth University en Irlanda, estudiando para ser escritor en el futuro. Fue en ese lugar donde conoció a su actual esposa, Meredith.

Si bien Patrick escondió por años su condición y mintió sobre su edad, él mismo confiesa que un momento clave en su vida fue cuando contó sus problemas genéticos a su novia.

Esto debido a que la mujer no mostró compasión de él, sino que decidió apoyarlo: “De alguna manera, contar mi historia fue reparador”.

Posteriormente ambos se casaron y se trasladaron a vivir a la ciudad de Nueva York, donde Burleigh se desempeña como editor de revistas.

En 2015 la pareja tuvo un hijo llamado Ned, al cual sometieron a pruebas genéticas por miedo a que también tuviera la mutación.

Estos test fueron negativos, el pequeño no sufrirá los mismos problemas que su padre en el pasado. Al parecer, la historia ya tuvo su final.