Pasear con una maleta, usar ropa interior amarilla, comer doce uvas o merendar un plato de lentejas son algunos de los conocidos rituales que se realizan en la víspera de Año Nuevo. No obstante, muy pocos conocen de dónde surgieron estos ritos que auguran prosperidad, abundancia y buena suerte en el amor.

En Chile, particularmente, es muy común ver a personas esperando las 12 de la noche del 31 de diciembre junto a un sabroso plato de lentejas, una de las legumbres más comunes en nuestra cultura. Esta tradición, según los más supersticiosos, augura bienestar y prosperidad para los siguientes 12 meses.

Lo cierto es que pocos conocen en que lugar y época nació esta tradición, la cual está internalizada en la cultura latinoamericana. De acuerdo a historiadores, este rito fue propio de la antigua Roma.

Según detalla el sitio estadounidense Huffington Post, es muy probable que ésta haya sido la legumbre más antigua en ser cultivada por los pueblos, debido a que era un alimento que entregaba mucha fuente de energía a los campesinos, además de ser muy fácil de cocinar y digerir.

En concreto, se han encontrado rastros de su consumo en la cuenca del río Éufrates (territorio de Siria), los cuales datan de hace más de 10.000 años

Jeroglífico de la alimentación de Ramsés III | Wikimedia Commons
Jeroglífico de la alimentación de Ramsés III | Wikimedia Commons

Sin ir más lejos, las lentejas también fueron nombradas en el Antiguo Testamento de la Biblia. Allí se expresa que Esaú, hijo de Isaac, vendió a su hijo primogénito a su hermano Jacob por un plato de lentejas (Génesis. 25:29, 34).

Se dice también que esta legumbre fue clave en el paso del ser humano del periodo neolítico al paleolítico, es decir la transformación de ser un cazador nómade a un campesino más sedentario.

La primera gran civilización que habría adoptado este alimento como base de alimentación habría sido la egipcia. Se dice que cerca del 1200 a.C. ellos fueron los primeros grandes exportadores del producto hacia otras zonas del continente asiático.

De acuerdo a un reportaje del diario La Vanguardia, en sus inicios las lentejas fueron administradas como un alimento exclusivo de la realeza. Sin ir más lejos, habría sido uno de los alimentos preferidos del faraón Ramsés III.

No obstante, con el paso de los años su consumo se fue democratizando entre los ciudadanos egipcios. Se dice que fue un alimento fundamental entre los obreros que construyeron la pirámide de Keops, a quienes se les daba acompañada por cebolla y cerveza.

Aunque, el citado medio destaca que ya existían indicios del consumo de esta legumbre hacia el 2000 a.C., según los jeroglíficos que datan de esa época.

Su tradición y simbolismo en la antigua Roma

En sus memorias, el historiador romano Tito Livio declara que las lentejas eran clasificadas como un alimento asociado a la clase más pobre de las ciudades, ya que su precio era barato y su sabor no gustaba del todo a los emperadores y las personas más influyentes.

Sin ir más lejos, el autor asegura que por décadas esta legumbre estuvo ligada únicamente como el alimento para los caballos dentro del imperio, los que debían hacer los trabajos más duros.

Cuadro de la gran hambruna de Roma | William Rosen
Cuadro de la gran hambruna de Roma | William Rosen

Pero fue la brutal hambruna del 441 a.C., provocada por las constantes sequías, la que obligó a las personas a buscar nuevas fuentes de alimentación, debido a que productos como la carne y el trigo escasearon.

Se dice que en este periodo, la población de la ciudad de Roma descendió en un 80 por ciento, aunque en esto también influyeron epidemias como tifus o cólera.

Fue en ese entonces cuando se vivió un reencanto respecto al consumo de legumbres como la lenteja, ya que su fácil producción hizo que, en parte, se lograra superar la crisis alimentaria de ese entonces.

Desde ese momento se asoció su imagen con la prosperidad y esperanza para los romanos, quienes iniciaron un ritual de Año Nuevo con este alimento como figura principal.

En el artículo de Huffington Post se señala que los romanos, en vísperas de Año Nuevo, solían regalar un bolso pequeño de cuero lleno de lentejas a las familias de amigos y vecinos, esas acciones significaban deseos de tiempos de bonanza para toda la ciudad.

En ese entonces, los ciudadanos realizaron la analogía de que aquella figura redonda y aplastada de la lenteja las podía convertir, a futuro, en pequeñas monedas de oro para la familia.

Cuadro que muestra la preparación de las legumbres en Roma | Wikimedia Commons
Cuadro que muestra la preparación de las legumbres en Roma | Wikimedia Commons

No obstante, la práctica indicaba que muchos de estos granos eran cultivados en la tierra, por parte de las familias que los recibían, para augurar tiempos de buena cosecha y energías positivas.

Fue así como, sucesivamente, los romanos fueron asociando este alimento con la espera de tiempos mejores para la economía local, dejando siempre la enseñanza, a futuras generaciones, que las lentejas fueron claves en tiempos de escasez.

La tradición perdura hasta hoy

Fue así como, con el paso de los años, los italianos fueron los primeros en imponer la tradición de comer un plato de esta legumbre la noche previa al nuevo año.

Si bien es algo que se ha ido perdiendo con el paso de los años, las familias tradicionales aún conservan el rito de la Cenone di Capodanno (Gran Cena de Nochevieja), en la que sí o sí se debe comer una abundante porción de lentejas antes de la medianoche.

Lentejas con cotechino | Pixabay CCO)
Lentejas con cotechino | Pixabay CCO)

Esta gran cena, en su versión más clásica, va acompañada por vino tinto y blanco, además de los productos típicos de la cena de fin de año (carnes y acompañamientos). Si bien ha perdido popularidad con el paso del tiempo, tiene mayor validez en los pueblos pequeños de Italia.

Algo que ha acercado esta tradición con Chile es que, según los más apegados a las reglas, en el plato las legumbres van acompañadas con un embutido llamado cotechino, el cual es muy parecido a la longaniza chilena.

Toda esta mezcla de alimentos y sabores hace que el plato se llame “Las lentejas de la suerte”, algo que se ha expandido a muchos países de Latinoamérica como búsqueda de mejor suerte en el trabajo y la economía personal.