El astronauta ruso se entrenó para una vida en el espacio, aunque nunca pensó que en uno de los viajes que emprendería, su vida cambiaría radicalmente, y al volver, se encontraría con una realidad totalmente distinta.

La vida de Serguéi Krikaliov es, sin duda alguna, de película. El ruso es un veterano de las misiones espaciales, llevando a cuestas el peso de ser uno de los hombres que más tiempo ha pasado en el espacio.

Aunque otro título que ostenta es el de ser “el último ciudadano de la Unión Sovietica”. Esto porque en su segundo vuelo al espacio la historia cambió radicalmente y su estadía en la estación Espacial Mir se extendió mucho más de lo presupuestado.

A partir de este hecho nace la historia del astronauta abandonado en el espacio, una que podría ser parecida a la que protagonizó Matt Damon en “The Martian”, pero donde el escenario fue muy diferente.

Serguéi Krikaliov: nacido para el espacio

El cosmonauta de 63 años es uno de los más experimentados en el espacio y para lograr esto, realizó una carrera admirable, es ingeniero, aviador y militar.

Tras graduarse en 1981 ingresó a la NPO, la comisión que coordinaba los viajes espaciales de la Unión Sovietica, donde se entrenó para poder acceder a los viajes espaciales con un proceso de trabajo que incluía largos cursos de física, química, ciencia aplicada y tecnología de las naves, pero también técnicas de submarinismo o la familiarización con la ingravidez en la “centrífuga humana”, consignó El Clarín.

Para noviembre 1988 realizó el primero de sus tantos vuelos espaciales a bordo de la Soyuz TM-7, un viaje a la estación espacial Mir, que fue fruto del trabajo que realizó la URSS en conjunto con Francia.

A la misión, en la que asistió como ingeniero en vuelo, le acompañó el Comandante Aleksandr Vólkov, y el francés Jean-Loup Chrétien con quienes se mantuvo hasta abril de 1989 realizando experimentos a bordo de la estación espacial.

Una vez en tierra firme es seleccionado para el siguiente vuelo a la Estación Espacial Mir que se llevaría a cabo en mayo de 1991, por lo que desde 1990 el cosmonauta comenzó a entrenar para su gran viaje, el que sería una cooperación entre países, ya que junto a él viajaría Comandante Anatoly Artsebarsky, y la astronauta británica Helen Sharman, la primera mujer no sovietica que realizaba una travesía por el espacio.

Sharman permaneció sólo una semana en la estación y volvió a la tierra, sin embargo, Artsebarsky y Krikaliov permanecieron algunos meses más trabajando en la estación, eso hasta octubre de 1991 cuando el comandante abandonó el espacio intercambiando lugar con Aleksandr Volkov, quien sería el compañero de Serguéi en los próximos meses.

Hasta ese momento, todo iba bien, pero Krikalov recibió la noticia de que su permanencia en la Estación Espacial Mir sería indefinida.

Según Yuri Teplakov, subdirector de Misiones Espaciales, la situación fue la siguiente: “Nadie le ordenó permanecer en el espacio, pero la verdad es que tampoco nadie puede decir que aceptase con gusto” consignó El Confidencial.

Ahí es cuando comenzó la travesía que haría aún más famoso a Serguéi Krikalev.

Abandonado en el espacio

Según comentaba en la época El País “Krikaliov dejó la Tierra cuando todavía existía la URSS y Mijaíl Gorbachov acababa de hacer las paces con Borís Yeltsin. La reconciliación con los demócratas significaba que se impulsarían las reformas y se renovaría la Unión, otorgando muchos más derechos a las repúblicas en detrimento del centro”.

Sin embargo, en el camino las cosas cambiarían radicalmente durante los meses que vinieron después, donde el cosmonauta pudo observar y vivir desde el espacio la precariedad en la que estaba inmersa la URSS, pero también la desintegración de esta, lo que implicó una falta de presupuesto para que él pudiera volver a la tierra.

En una videollamada con su esposa, esta le confesó que la familia estaba pasando por apuros económicos, eso porque la desvalorización del rublo implicaba que, aunque gozaban de uno de los sueldos más altos de la URSS, en la actualidad sólo equivalía al sueldo de un empleado de limpieza, lo que no les alcanzaba para vivir.

La situación para la URSS era tan compleja que incluso intentó vender la estación a sus enemigos de la NASA, aunque también formaron contratos con Coca-Cola para que sus astronautas aparecieran en imágenes bebiendo una de las bebidas favoritas del mundo occidental.

Los problemas en la tierra eran mucho más importantes que traer de vuelta a un astronauta para la URSS, eso implicó que permaneciera por más de 10 meses en la Estación Espacial Mir, 5 meses más de lo que planificó, y volviera cuando cumplía 310 días de misión.

En su viaje de vuelta lo acompañó Vólvov y el alemán Klaus-Dietrich Flade, en una nave que aterrizó en Kazajstán, pero nada era igual, porque en cuanto toco tierra, el hombre que en esos años tenía 33 años, se transformó en el último ciudadano soviético en el mundo.

El viaje de vuelta, que había sido financiado por Alemania lo transportó a otro mundo, uno en el que su ciudad natal, Leningrado, ahora se llamaba San Petesburgo y su sueldo como ingeniero de vuelo en una Estación Espacial no alcanzaba ni siquiera para comprar un kilo de carne.

Su hija Olga era una recién nacida cuando se embarcó en la aventura, pero para cuando volvió la pequeña ya corría por su casa, una que había sido de una acomodada familia que ahora vivía las penurias gracias al drástico cambio del último año en el que él había estado en el espacio.

Chris Jones indicó en su libro “Fuera de Orbita” que un periodista le consultó ” “El año pasado te marchaste de la Unión Soviética. Ahora vuelves a Rusia. ¿Cómo te sientes con este cambio tan drástico?” y no obtuvo respuesta, el tiempo que había pasado en el espacio lo transportó a otra realidad, una que ni en los sueños más descabellados pudo haber pensado, consignó El Confidencial.

Tarde o temprano debía aparecer la aviación comercial

Han pasado casi 30 años desde que Serguéi se embarcó en la aventura que lo dejó varado por meses en el espacio y cualquiera pensaría que nunca más habría querido volver a mirar el planeta a cientos de kilómetros de altura.

Sin embargo, la realidad es muy distinta, puesto que Krikalov volvió al espacio y no una vez, sino que varias veces para, incluso, pasar temporadas esta vez en la Estación Espacial Internacional (EEI).

De hecho participó en la primera tripulación de la EEI que voló el año 2000 para comenzar una inédita etapa de colaboración internacional en el espacio.

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Sergéi Krikalev | NASA

Relataba a AFP que sentía que todo había sido ayer, aunque eso ocurrió hace más de 20 años declarando “Abrimos la escotilla grande, pasamos al módulo de trabajo, encendimos las luces, y lo recuerdo como ahora, entramos en la estación vacía”.

Su labor en el viaje que realizó junto a su compatriota Yuri Guidzenko y al astronauta estadounidense William Shepherd, fue prepara la estación para futuras tripulaciones, aunque esta vez el viaje duró sólo 163 días, poco más de la misión que le cambió la vida.

La Estación Espacial Internacional era un ejemplo de colaboración entre países para los políticos, de hecho actualmente incluso hay segmentos europeos y japoneses, sin embargo, la tensa relación entre las potencias mundiales ha mermado en el espacio y Rusia ya no posee segmentos en la EEI.

Ironizaba: “Hemos dicho muchas veces en broma que quizás sería bueno ponerlos (a los políticos) durante un tiempo en una situación extrema como la que viven los cosmonautas y astronautas juntos y quizás entonces comenzaran a entenderse mejor, a confiar el uno en el otro, a apoyarse mutuamente”.

En entrevista con RT el ruso contó que para 2005 finalizó su carrera en el espacio, cumpliendo el record de ser el hombre que más tiempo pasó en la ingravidez, algo que incluso extraña ahora que trabaja en tierra preparando a otros que a futuro podrían viajar al espacio.

Respecto de los viajes comerciales al espacio, que tan de moda han estado entre millonarios durante los últimos meses señaló: “Tarde o temprano tenía que aparecer la aviación comercial, igual sucederá con la industria espacial”.