Princesas, hechiceras, seductoras. ¿Dónde se esconde el mensaje machista en la música latinoamericana? DW lo analizó en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

Pensaba que me querías
Y tú nunca fuiste buena
Las cosas que me decías
Sabiendo que me engañabas
Mátala, mátala, mátala
No tiene corazón, mala mujer

El mensaje machista no siempre es tan evidente como en este son de la Sonora Matancera, del 1978.

O como en este tango del mexicano Agustín Lara, que inmortalizó Libertad Lamarque.

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Arráncame la vida
Con el último beso de amor
Arráncala, toma mi corazón
Arráncame la vida
Y si acaso te hiere el dolor
Ha de ser de no verme
Porque al fin tus ojos
Me los llevo yo”

Como fuere, el repetido mensaje de la superioridad del hombre sobre la mujer es, muchas veces, más sutil, como en este bolero de Los Panchos, de 1949.

Perdida te ha llamado la gente
Sin saber que has sufrido, con desesperación
Perdida
Porque al fango rodaste
Después que destrozaron tu virtud y tu honor
No importa que te llamen perdida
Yo le daré a tu vida que destrozó el engaño
La verdad de mi amor

Es decir, una mujer “con pasado” es llamada “perdida”. No obstante, es “perdonada” por el sujeto romántico. La cuestión es: ¿todo esto es normal?

Normalización de la violencia

En 2020 fueron asesinadas 4.091 mujeres en 17 países de América Latina, según el Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), por el simple hecho de ser mujer.

Dadas las altas cifras de violencia de género y de feminicidios en América Latina, un estudio de Oxfam señaló imprescindible transformar los imaginarios y las normas sociales para poder lograr eliminar la violencia.

Y es precisamente, contradictoriamente, en el amor romántico donde se encuentra la normalización de ciertos comportamientos que generan violencia.

El estudio afirmó que en el lenguaje, el discurso, las repeticiones, el contexto y la cultura se socializan creencias y comportamientos que se reproducen.

Seis de cada diez jóvenes, en ocho países de América Latina, cree que los celos son una demostración de amor.

De la muestra, el 65% piensa que cuando una mujer dice “no” a una relación sexual en realidad quiere decir “sí”.

En tanto, siete de cada diez piensan que la responsabilidad de ser manoseadas o acosadas es de las mujeres por la ropa que usan.

El 82% de las mujeres y el 80% de los hombres piensa que el hombre puede tener relaciones sexuales con quienes quieran, pero la mujer no.

Andar en la calle tarde

En ese sentido, siete de cada diez hombres entre 15 y 19 años creen que una mujer “decente” no debe andar hasta tarde en las calles.

Seis de cada diez mujeres creen lo mismo.

Esta creencia podría tener “Noche de ronda” de Agustín Lara de música de fondo.

Luna que se quiebra
Sobre la tiniebla de mi soledad
¿A dónde vas?
Dime si esta noche
Tú te vas de ronda como ella se fue
¿Con quién está?
Dile que la quiero
Dile que me muero de tanto esperar
Que vuelva ya
Que las rondas no son buenas
Hacen daño
Dan penas
Se acaba por llorar

Un 56% de los hombres encuestados cree que es mejor que sea el hombre quien trabaje y que la mujer cuide de los niños.

Un 34% de las mujeres es de esa opinión.

Es más, el mismo porcentaje de hombres y mujeres (59%) cree que el hombre tiene derecho a “corregir” el comportamiento femenino, pues es dependiente económicamente.

Al respecto, una imagen musical:

“Yo quiero que tú me hagas
Esos platitos sabrosos
Que a tu papito le gustan
¡Camina y prende el fogón!”

Este fue un son que cantó por primera vez el cubano Miguelito Cuní, en 1962.

Este tiene versiones actuales, como la del colombiano Yuri Buenaventura.

¿Es todo casualidad? En realidad, no.

“Hay que resaltar que la mayoría de esos géneros surgieron en Cuba, en un temperamento jocoso”, explicó a DW Gregori Antonetti.

El hombre ha sido por más de veinte años director musical de los Hermanos Rodríguez, uno de los tríos de son y bolero más representativos de Venezuela.

“La guaracha, por ejemplo, se origina en el teatro bufo del siglo XIX”, añadió.

El poder y el voyeur

Antonetti, músico y compositor, contrapone las imágenes machistas a otras que también se encuentran en el bolero.

“Pensemos en Bésame mucho, escrita por una muchacha de dieciséis años. O en María Grever con Alma Mía. O en Concha Valdés y su ruptura de paradigmas”, dijo Antonetti defendiendo el género del bolero.

Su imaginario modernista – del deseo, del voyeur, del momento emotivo – pasó a otros géneros musicales latinoamericanos.

Antonetti, que ha dirigido a actuales exponentes del bolero-salsa como Gilberto Santa Rosa, resta culpa a la música y se la suma a la época en que se creó el género, creyendo ilegítimo juzgarla con lentes actuales.

¿Entonces? Volvamos a las cifras

En el estudio de Oxfam se afirma que el acoso callejero limita a las mujeres en el disfrute de los espacios públicos y marca hondas huellas de violencia.

Su aceptación, no obstante, oscila entre el 75% y el 84% de los hombres.

¿Por qué? ¿Será como en el vallenato del colombiano Leandro Días, de la década de los 1970, cuando se sentaba a pensar en Matilde Lina?

… Es elegante
Todos la admiran
En su tierra tiene fama
Cuando Matilde camina
Hasta sonríe la sabana

Esto, así el estudio, se entiende como el control social del cuerpo de la mujer.

No siempre hay mensaje machista, queda claro.

No obstante, hay muchos camuflados; y tanto hacen historia como forman imaginarios.

Concluyamos con Los Aretes que la faltan a la Luna del compositor José Dolores Quiñonez y que popularizó el cubano Vicentico Valdés con la Sonora Matancera, en 1958.

¿Habría en el acto poético de guardar para la amada los aretes de la luna en el fondo del mar una visión machista? Antonetti disiente.

“Se trata de una metáfora de lo imposible de cumplir y de la voluntad de compromiso del enamorado”, aseveró Antonetti.

¿O será, más bien, una metáfora del control?

Según Erika González, de la organización Isala, activista por la abolición de la prostitución, “los aretes que le faltan a Luna… representan el objeto que atraerá la conquista”.