Bernardo O’Higgins es una figura que enciende las pasiones entre los historiadores, y mientras la mayoría conoce sus hazañas durante el proceso de independencia de Chile del Imperio español, pocos recuerdan sus últimos años de vida y su vínculo con Manuel Bulnes.

Tras abdicar como Director Supremo en 1823, se autoexilió a Perú y se estableció en Lima, donde mantuvo buenas relaciones con las autoridades del lugar y creó una nueva vida más sencilla, aunque siempre con el anhelo de volver a Chile alguna vez.

“O’Higgins era un deudor de Perú. Lo habían tratado muy bien, de hecho, le dieron una hacienda, le dieron una casa en la ciudad (Lima), la misma que había ocupado antes (José de) San Martín”, explicó a BioBioChile Álvaro Góngora, doctor en Historia y decano de la Facultad de Humanidades y Comunicaciones de la Universidad Finis Terrae.

El experto hace referencia a la hacienda Montalbán, en la provincia de Cañete, al sur de Lima, donde O’Higgins se dedicó a la plantación y producción de caña de azúcar y la venta de productos que cultivaban en el lugar.

Allí, su media hermana Rosita era la encargada de comercializar las cosas, en un almacén que tenían junto a la casa de la ciudad, donde también vivía la madre de ambos, Isabel Riquelme.

Y aunque O’Higgins no se involucró abiertamente en la situación política de Chile, la Confederación Perú Boliviana lo devolvió a la contingencia. Tras observar cómo se derramaba sangre de todos los lados, quiso aprovechar sus vínculos con Andrés de Santa Cruz (jefe de la coalición) y Manuel Bulnes (general del ejército chileno), para ayudar.

O’Higgins se ofreció para mediar entre ambas partes, pero no consiguió el resultado esperado, y ambos ejércitos siguieron enfrentándose hasta llegar a la famosa Batalla de Yungay, en enero de 1839, donde finalmente Chile salió victorioso.

Pocos días después, la madre de O’Higgins enfermó gravemente y no logró recuperarse. Murió en abril de ese año y Bulnes, quien tenía una gran cercanía con él y lo había visitado en reiteradas oportunidades en Lima, ordenó un funeral inolvidable para la mujer.

“Cuando fallece Isabel Riquelme, la entierran como se puede enterrar a una Primera Dama. Con una ceremonia apoteósica y todo el Ejército Chileno se forma frente del ataúd de ella”, aseguró Góngora.

La relación ambos militares se hizo más cercana, y O’Higgins incluso le vendió su famosa hacienda Las Canteras en Quilleco. “Bulnes trató de gestionar que se le reconocieran a O’Higgins los sueldos que se le debían como Director Supremo, y también quería que volviera a Chile, y aunque lo intentó dos veces, la salud no se lo permitió”, afirmó Góngora.

Fiesta

Cinco meses después de la muerte de Isabel, y tras pasar una temporada enfermo, O’Higgins recibió una noticia que esperaba hacía mucho. El gobierno chileno le había restituido su título de Capitán General del Ejército de Chile, lo que había que celebrar. Ese 18 de septiembre aceptó la invitación de Manuel Bulnes y festejaron un nuevo aniversario de la Primera Junta de Gobierno.

En su libro Historia Freak de Chile, Joaquín Barañao asegura que el evento fue una “animada chuchoca en Lima”. “En palabras de un testigo, ‘me encontré a los muy encopetados señores bailando entre ellos (en la plaza de Lima), con el mismo ardoroso entusiasmo de jóvenes que arrastran entre sus brazos a encantadoras muchachas"”, aseguró el escritor en el texto.

Según consignó Las Últimas Noticias, el relato pertenece a Antonio Barrena Lopetegui, un teniente chileno que escribió sus memorias en el libro Vida de un soldado. Desde la toma de Valdivia a la victoria de Yungay.

El militar aseguró que la fiesta empezó a las 18:00 horas, que la champaña fue abundante, la música fuerte, las risas incontrolables y que incluso algunas autoridades peruanas se contagiaron con el ánimo alegre de los chilenos.

Barañao afirma que cerca de la una de la madrugada, O’Higgins (quien tenía 61 años y había estado enfermo los últimos meses) informó que se retiraba a su casa, que quedaba a dos cuadras de la plaza.

Bulnes, en tanto, que no pretendía terminar la fiesta, se las ingenió para no parar el festejo. “Invitó a todos a acompañarlo, orquesta y todo se fueron sandungueando por las calles de Lima y el after se armó en la casa del colorín”, relató.

Bernardo O’Higgins murió el 24 de octubre de 1842, a los 64 años, poco más de un año después que Manuel Bulnes asumiera como presidente de Chile.